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Analistas 29/06/2021

Leer la nueva realidad

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero
Guillermo Trujillo

Nieto Arteta sostenía que el pilar de nuestra democracia era el café, gracias a la excelente distribución de la propiedad, y los cafeteros garantía de los acuerdos del frente nacional, dado que los campesinos eran los que ponían los muertos entre liberales y conservadores.

En esa época, la economía giraba alrededor del grano y en el campo vivía 70 % de la población; la migración produjo el cambio y la realidad es otra. Ahora los nietos de los migrantes, claman porque el sistema los acoja.

La política cambió con la Constitución de 1991 y en el 2002, consecuencia del mal gobierno de Andrés Pastrana, todo se facilitó para que el caudillo Álvaro Uribe ganara las elecciones sin apoyo de los partidos tradicionales.

Politólogos advirtieron que florecería la izquierda como efecto del ejercicio de un gobierno de derecha y, efectivamente, en el 2006 en cabeza de Carlos Gaviria Díaz, derrotó al partido Liberal.

La nueva realidad se va consolidando y en la segunda vuelta electoral de 2010, Mockus obtuvo 3.587.975 votos.

De La Calle afirmó que firmada la paz se podía esperar: Un fuerte debate ideológico, aflorarían los graves problemas de nuestra sociedad, relegados a un segundo plano por 50 años de lucha contra las Farc, y llegaría la protesta social, sin riesgo de ser tildados de guerrilleros.

En 2018 fueron 36.227.267 de personas habilitadas para votar, -de ellas 6.229.263 nuevos cedulados- y efectivamente sufragaron 6.239.580 más que en 2010. Por esta razón, los electores pasaron de 13.296.924 en ocho años a 19.536.404, registrando la votación más grande de la historia.

Se puede plantear como hipótesis que, 71% de esos primivotantes los capturó la izquierda en cabeza de Gustavo Petro, quien obtuvo 8.047.449 votos, superando a Mockus por 4.459.474 votos; sin olvidar el voto en blanco que fue récord con 807.924 votos.

Pero lo mas grave de esta elección fue que mostró la debilidad de la política tradicional frente a la nueva realidad. Se tuvieron que aliar el Partido Liberal, el Partido Conservador, Cambio Radical, el Partido de la U, el Centro Democrático, las iglesias, los medios de comunicación, los gremios y los grupos económicos, para derrotar por apenas cerca de un millón y medio de votos al candidato de la izquierda.

Para mí esa debió ser la verdadera voz de alarma que, parece, el Presidente Iván Duque nunca entendió -como tampoco aceptó que su elección fue el logro de esa gran alianza, a la que debía dar participación, y formar un gobierno de Unidad Nacional, no ganó solo-. Además de reconocer que esta precaria diferencia a su favor era más por miedo a Petro, y que la amenaza gravitaba sobre todo el establecimiento tradicional del país, que se unió para tratar de salvarse.

Pero, adicionalmente, en 2019 los partidos tradicionales perdieron las alcaldías en las que habita cerca de la mitad de la población del país. Sólo menciono las capitales: Bogotá, Medellín, Cali, Cartagena, Santa Marta, Bucaramanga, Cúcuta, Manizales, Armenia, Villavicencio, Popayán, Yopal, Mitú, y Mocoa.

Si bien ya los cafeteros no son los protagonistas, aparte de la lectura que se le pueda dar al paro y a la juventud que ha marchado, aceptemos que el péndulo se viene moviendo en cada elección, por la vía democrática.

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