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Téngase fino es una recomendación propia de la chalanería, cuando un jinete se monta en un caballo muy brioso, que puede corcovear y tumbarlo.
Esa es la recomendación que daría a la Federación de Cafeteros, después de escuchar al señor ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, en un debate de más de seis horas y que se llevó a cabo en la plenaria de la Cámara.
Es la primera vez en décadas, que escuchamos al ministro que preside el Comité Nacional de Cafeteros, criticando abiertamente la institución, pues siempre habían acompañado al gerente de turno a lidiar con los ataques de los parlamentarios. Sus afirmaciones para nada son las de un funcionario para concertar la política cafetera, como lo contempla el contrato de administración del Fondo Nacional del Café.
Su crítica al manejo de la FNC en los últimos 30 años, demuestran el desconocimiento de los temas cafeteros y la influencia de los malquerientes eternos del gremio, como Aurelio Suárez, a quien citó tres veces durante su intervención.
Señalar como culpable de una supuesta crisis a los gastos de la Federación, es demasiado simplista -más que todo un argumento para la galería, ya que no representan ni 1% del valor de la cosecha-, de un presupuesto que se desprende de la cuota de administración que aprueba el ministro de turno.
Habló de un descenso del área en café, pasando de 1,5 millones a 800.000 hectáreas, lo que no es cierto; jamás el área cafetera nacional ha llegado a esa cifra. Escasamente, después de la bonanza de 1977 alcanzó 1,050 millones, cuando por la alta rentabilidad, se cultivaron áreas no óptimas, que rápidamente las plagas y la rentabilidad, volvieron a eliminar.
Reclamó que la Federación no conoce el destino de 1,5 millones de hectáreas adicionales, que los cafeteros tienen en bosques y potreros. Es el único gremio que cuenta con un sistema de información, Sica, en el que por cada productor se almacenan 37 datos, entre ellos el número de árboles, la edad del cultivo, la distancia de siembra, los cultivos intercalados, el sombrío, las condiciones de la vivienda, la composición de la familia, etc. Este reclamo demuestra la pugnacidad, que anima el choque con el gremio, demostrado ante los parlamentarios.
Una critica profunda a la FNC por las pérdidas ocasionadas en el negocio de venta de café a futuro, -convirtiendo en víctimas a los victimarios- posición que los debe animar a seguir incumpliendo.
Propuso el ministro que el fondo de estabilización entre a operar con un precio promedio histórico de equilibrio, y que se ahorre en las bonanzas, lo que significa volver a un modelo como el que existía antes de 2000.
Para lograr esa norma, al gobierno le tocará poner un buen cheque, en el momento más crítico, para que el gremio acepte nuevamente un piso y un techo al precio. Todos los intentos en este sentido se han frustrado por la posición de los grandes cafeteros, que siempre han argumentado que deben disfrutar del alto precio y nadie debe ahorrar por ellos.
Pero lo más grave fue el anuncio del ministro, de presentar un proyecto de ley para que 33 % de la contribución cafetera, -que hoy se destina al Fondo- vaya al fondo de estabilización. Así, el gobierno ya anuncia el marchitamiento de las actividades del Fondo Nacional del Café, columna vertebral de la organización cafetera.