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En esta campaña por la presidencia todos los candidatos hacen énfasis en proteger el campo y el trabajo rural sin decir como, con enunciados proteccionistas, que son mas populismo que ayuda real.
En primer lugar, no diferencian entre campesino y trabajador rural, fundamental para abordar el tema, si tenemos en cuenta lo que significa tener una propiedad, y ser un trashumante que deambula buscando un ingreso, ese hombre que considera que su lugar de residencia es un morral.
El campesino generalmente es inclusive mas eficiente en muchos cultivos que la gran propiedad, por la razón elemental de utilizar hasta el ultimo rincón del predio, además de trabajar para su negocio, con la familia.
Tiene problemas de titulación en un gran porcentaje, por lo tanto, la solución no puede ser abordar ese problema por las vías legales que además se choca con el tamaño de la UAP; la forma rápida de acceder al crédito es con el fondo de garantías, FAG, sin codeudor, y sin hipoteca; facilitando que la banca compita por esos créditos, no acudiendo a banca publica, se facilitan el clientelismo y la corrupción.
También es fundamental la asistencia técnica, las vías terciarias y los servicios públicos, incluido el internet. La vivienda rural debe ser una prioridad, cuando la SAC señala un déficit de 82%; con el campesino se tiene el lote y el ayudante de construcción, solo falta ejecución.
La comercialización todos la mencionan, pero los mecanismos formales o informales de mercado siempre evacuan todos los productos a las plazas con eficiencia, hasta la red de garantía de compra de la Federación de Cafeteros, ya la superaron los compradores privados compitiendo con precio. Otra cosa diferente es el conflicto entre agricultores y comerciantes, tan antiguo como la religión, que aprovechan para proponer soluciones publicas, que siempre terminan en despilfarro y corrupción.
Asegurar al campesino salud y pensión es fundamental, para no terminar en la mendicidad, con la finca abandonada; porque nunca olvidemos que su energía se convierte en la fuerza que mueve las herramientas en su cultivo, y con los años cada día se va perdiendo.
Algo muy diferente es el trabajador rural, que, sin estudio, sin hogar, sin vinculación formal al trabajo, sin estabilidad, sin solución diferente a trabajar por semanas para pagar la comida. Ese trabajador, así sea de la vereda o andariego, requiere incentivos para retenerlo.
La SAC propone Jornal Rural Integral, que puede eximirse del aporte a las cajas de compensación. Además una campaña de vinculación masiva y de exigencia a los patronos, con el incentivo fiscal de doble deducción de los costos laborales por un periodo de tres años. Con esta formula nadie pierde, por cuanto el estado, los traslada al régimen contributivo, y el empleador tiene el argumento para vender legalmente, facturando su producción, puede deducir sin pagar mayor impuesto, y el estado va formalizando los agricultores.
En el campo viven 11 millones de personas, tres millones de trabajadores, distribuidos entre, campesinos trabajando su tierra y jornaleros, casi todos ocupados, por lo tanto este esfuerzo entre el estado y los patronos es apremiante para que la producción agrícola no se termine por falta de mano de obra en el campo.