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Una política cafetera, clara y de largo plazo, es fundamental definirla y concertarla con el gobierno de turno. La costumbre es que la fuerza institucional de Fedecafé, siempre ha generado la confianza en los gobiernos para aceptar la ruta de largo plazo trazada, e introducirle ajustes acordes con el Plan de Desarrollo de cada cuatrienio.
La escuela de concertación y dialogo entre gobiernos y sectores productivos siempre ha sido la Federación, además fueron los maestros para aplicarla internacionalmente, en la Organización Internacional del Café - OIC, promoviendo y defendiendo el Acuerdo Internacional del Café que tanta estabilidad y bienestar le brindó a Colombia.
Fundamental, desde luego, ha sido el marco del Comité Nacional, porque es en donde se define el uso de los recursos del Fondo Nacional del Café, para ejecutar la política en bien de los cafeteros. Sin embargo, después del rompimiento del pacto, se ha requerido el aporte de recursos del presupuesto nacional, siempre administrados por la Federación, como la más eficiente para ejecutar recursos en el sector agrícola.
Para lograr esa concertación ha existido una excelente relación permanente con los gobiernos; sin embargo, en este periodo se han equivocado de lado y lado. Por parte del gobierno que escogió, antes de conocer a la Federación, dedicarse a hacer juicios históricos absurdos, de hace 50 años. Además, no entendió que, siendo mayoría en la toma de decisiones del Comité Nacional, puede imponerlas si es el caso, pero concertarlas se ejecutan mucho mejor. Sin embargo, ha preferido tratar de hacer rancho aparte, buscando una confrontación.
Y por el lado de la Federación está la absurda actitud de muchos de los miembros, que ha generado roces innecesarios, no entendiendo que el gobierno es distinto, pero las necesidades de los productores son las mismas.
Además, una buena relación del gerente, principalmente con el ministro de hacienda, ha sido históricamente el equilibrio en las decisiones fundamentales. Por eso es inexplicable que el pasado cuatro de junio cuando el ministro Bonilla viajó a Chinchiná, el gerente se hubiera ausentado, en algo tan primordial como ser el anfitrión de su gira por una pequeña parcela, a la reunión con un comité municipal, a conocer Cenicafé, y Buencafé. Las grandes decisiones se toman más fácil entre dirigentes que han estrechado lazos personales, a través de encuentros informales.
Pero, para rematar una visita no conducida directamente, el ministro concedió una rueda de prensa, con algunas imprecisiones propias del quien no conoce, pero que tiene interés, que hubieran sido corregidas con interpelaciones prudentes por parte de Germán Bahamón, de haber estado presente.
Finalmente, el representante cafetero de Caldas, el señor Vélez, poco contribuye a la buena relación afirmando en una declaración pública que el “Gobierno sigue desconociendo papel de la Federacafé”.
Así no se tienden los puentes que los cafeteros necesitan para implementar una política cafetera enfocada en el beneficio de la familia cultivadora del grano. La política no consiste en enriquecer la Federación y convertirla en una multinacional del café; ese papel debe jugarlo el sector privado; el gremio es un medio para apoyar a los campesinos a alcanzar su bienestar.