MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Pese a la grandilocuencia de sus políticos, Colombia es de escasa importancia en el ámbito internacional. Además, la participación del comercio internacional en su economía es muy baja. El país es de mentalidad estrecha y poco abierto al mundo. Quizás por eso no se ha integrado de nuevo con sus vecinos desde el colapso de la Gran Colombia en 1830: no se han aprovechado las oportunidades que ofrecería el mayor ámbito para el comercio sin fronteras, la movilidad para el trabajo y relevancia para el resto del mundo. Así las cosas, los aspirantes al solio de Bolívar en 2026 deben presentar propuestas serias para inserción efectiva en el mundo.
El ámbito del plan puede ser muy diverso. Puede partir de un remozamiento institucional con consecuencias importantes en crecimiento económico, reducción de pobreza y menos violencia; puede ser modelo digno de imitar. Como segunda opción cabe la integración bolivariana, con apertura a la innovación y la eficiente asignación de recursos, sin sesgos ideológicos estatistas cuyas consecuencias pone en evidencia el deterioro social y económico de Venezuela. Como tercera opción, cabe la posibilidad de mejorar bajo el conjunto de reglas existente, mediante mejor interacción entre Estado y capital para aprovechar oportunidades sin el costo de incurrir en rediseños extensos y transiciones complejas.
También procede la discusión que ha planteado el presidente Gustavo Petro: él sostiene que a Colombia le conviene alinearse con China, Rusia e Irán, en vez de permanecer en la órbita del G7 y los demás países de Occidente, incluidos Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda, Taiwán y Singapur. Desde la perspectiva del observador externo, para los colombianos sería muy inconveniente seguir el lineamiento del presidente.
El nuevo mundo, labrado con tecnología, ofrece oportunidades sin precedentes, pero también trae riesgos que desbordan fronteras y atañen a todos los humanos: el asunto ambiental, el abuso del capital en sectores como los servicios financieros, la farmacéutica y el procesamiento de información, la conciliación entre derechos universales y prácticas seculares que los contradicen, el riesgo de armas de destrucción total y las migraciones en escalas sin precedentes y con frecuente conflicto étnico.
En esta época el servicio exterior del país debe estar en manos de profesionales del asunto, con los conocimientos y destrezas necesarios para entender los asuntos y la conveniencia para el país en el corto y largo plazo. Ello requiere también una transición, pues el tema se ha administrado como mecanismo para atender intereses individuales o para reconocer valores a personas sin el perfil requerido para el cargo respectivo. Es preciso construir institución para la tarea.
Colombia ha sido de importancia para el mundo por la exportación de cocaína, actividad ilícita de enorme impacto en el mundo. En lo demás ha sido poco atractivo. En general, las limitaciones de los sistemas políticos y económicos de los países andinos se reflejan en modesto ingreso por habitante. El vecindario no es atractivo para el mundo desarrollado: en las circunstancias actuales no tiene mucho potencial de crecimiento, es bastante desigual y no es ordenado. Así las cosas, es preciso establecer estrategias efectivas. Los candidatos deben precisar propuestas para vincular a Colombia con el resto del mundo, y explicarlas.