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Analistas 07/09/2024

Educación y futuro

Gustavo Moreno Montalvo
Consultor independiente

El concepto de educación tiene sentido diferente según el contexto. Así, en el ambiente rural tradicional, prevalente en el mundo hasta hace poco más de un siglo, era necesario aprender a programar y ejecutar labores establecidas con referencia a ciclos solares y lunares. La innovación era muy lenta, impulsada más bien por observadores externos con destrezas para examinar procesos e identificar variables con incidencia en el resultado probable. Leer y escribir era privilegio de pocos; se destacaban las minorías selectas dedicadas al cultivo del conocimiento y a la reflexión sobre el universo, la vida, el ser humano y su mente, con apoyo frecuente en dogmas. Las escuelas de la antigüedad, como la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles, surgieron de las élites, al igual que las universidades del medioevo europeo. El sistema imperial en China se respaldó a lo largo de los siglos en exámenes que requerían mucho estudio para lograr calificación positiva, con el propósito de escoger las personas a cargo de las tareas burocráticas del estado, pero el grueso de la población estaba dedicada a la agricultura y vivía la cotidianidad del mundo rural.
La revolución comercial del Mediterráneo y la consolidación de la ruta de la seda en épocas del imperio mongol integraron el planeta: el comercio floreció de manera sin precedentes. La productividad aumentó en todos los capítulos, incluida la agricultura. El uso de la imprenta fue decisivo para los procesos educativos desde el siglo 15. Occidente conquistó el resto del mundo desde el siglo 16. El conocimiento de las leyes que gobiernan el universo avanzó mucho durante la edad moderna. La revolución industrial transformó la vida humana desde el siglo 19. La educación se convirtió en aprender a aprender, en particular por la construcción acelerada de conocimiento y las comunicaciones al instante.
Hoy hay nueva encrucijada: es preciso escoger camino acertado para aprovechar las oportunidades y mitigar los riesgos derivados de los avances en procesamiento de información, que permiten a las máquinas hacer tareas intelectuales antes reservadas a los humanos.
El asunto es de dimensiones colosales: la educación comienza desde el vientre materno, prosigue con la educación preescolar, la básica y la media. Hasta ahora lo ideal era que la mayor proporción posible de personas lograra educación superior. El nuevo contexto aumenta la relevancia de la educación vocacional, restringe el espacio universitario para quienes tengan disposición a estudiar el resto de sus vidas para preservar vigencia, y exige ordenamientos sociales enfocados en calidad de vida de todos, con apoyo de servicios personales excelentes en áreas de difícil sustitución por máquinas, al menos hasta donde es previsible el desenlace. De otra parte, la humanidad hoy vive mucho más que antes, pero la vigencia profesional se puede perder si no hay educación pública continua universal.
El contexto obliga a la toda la comunidad a involucrarse con instituciones públicas que ofrezcan el servicio educativo a nivel preescolar y básico en el ámbito local inmediato cuya infraestructura debe estar a disposición de los adultos. Por otra parte, es importante volver a integrar educación, cultura y recreación, para proteger y enriquecer el espíritu y el cuerpo. No hay última palabra en el asunto, pero los nubarrones obligan a la acción.

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