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El mundo no es estable. EE.UU., cuya economía considerada de manera independiente es la mayor del mundo, no ha tenido superávit de balanza comercial desde hace más de seis décadas y hoy tiene déficit fiscal considerable, pues el gasto excede el ingreso en más de 20%. Los déficits de tesorería y balanza comercial. se financian con sobre todo con deuda.
El saldo de la deuda del gobierno central americano excede US$30 millones de millones, o más de 120% del producto interno bruto. Japón, la tercera economía del mundo, que no crece en forma sostenida desde hace tres décadas, tiene deuda por 260% de su producto interno bruto.
Italia tiene una relación similar a la de EE.UU. Francia, Gran Bretaña y España tienen deuda del orden de 100%. China, la segunda economía, y Alemania, la tercera, tienen relación del orden de 70% entre deuda y producto interno bruto. Primera conclusión: la actividad económica actual se financia con cargo a ingresos futuros, lo cual no conviene porque esperan tareas enormes por ejecutar, que requerirán muchos recursos.
Los financiadores externos permiten al pueblo americano vivir por encima del nivel que les correspondería porque abaratan importaciones, pero también facilitan que el dólar haga menos competitiva la producción de EE.UU.. Agentes externos, encabezados por el gobierno de China, tienen casi la mitad de los instrumentos de deuda emitidos por el gobierno federal. Hay grandes flujos de capitales del mundo no desarrollado hacia EE.UU. como estrategia para contrarrestar riesgos políticos, cuando lo lógico sería flujo del mundo desarrollado para inversión en el desarrollo del resto.
Los países del sistema Euro, por su parte, no tienen unidad política, lo cual puede socavar la armonía fiscal, ni reglas de seguridad social iguales, lo cual restringe la movilidad del trabajo, además de las brechas culturales por la diversidad; todo ello pone límites a los beneficios de la integración económica. China interviene su moneda para impulsar el crecimiento con apoyo en superávit de balanza comercial, en desmedro de la calidad de vida de su población: el costo de productos importados excede lo que sería si la tasa de cambio flotara y el renminbi se revaluara. Segunda conclusión: la política en general induce ineficiencia en la asignación de recursos e inhibe el progreso.
La crisis financiera de 2007-2009 comprobó una vez más las limitaciones de las normas para asegurar el respeto a la ética por los agentes de los mercados, lo cual causa ineficiencias. De otra parte, el desarrollo también sufre perturbaciones porque hay muchos países con pretensión de soberanía sin mayor autonomía económica, que deberían integrarse.
El envejecimiento mundial, con menor relación entre población productiva y población total, la necesidad perentoria de reducir la pobreza sin perjudicar a quienes la han superado, y el imperativo de corregir los efectos de abuso del ambiente exigen más esfuerzo. Cabe recordar que la población se cuadruplicó en el último siglo, con serias implicaciones para el equilibrio con las demás especies y el territorio.
Es preciso reordenar el planeta para mejorar la gestión, promover la innovación y facilitar el tránsito a un sistema menos inestable. Siempre habrá fluctuaciones climáticas, terremotos y plagas, pero su impacto social y económico se puede reducir con el uso equilibrado de razón y pasión. La dilación puede ser fatal.