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El ingreso es la suma de consumo, inversión y gastos de gobierno en cada año. Si la brecha entre el ingreso potencial de una sociedad y su ingreso real, es posible crecer rápido por un tiempo. Se deben remover obstáculos, relacionados entre sí: deficientes procesos públicos, estrechez visual de élites incapaces de identificar oportunidades, inadecuadas políticas económicas y deficiente educación.
Los procesos públicos deben atender objetivos económicos, sociales y ambientales, y restricciones éticas y normativas. Cabe contradicción entre objetivos y restricciones, por lo cual las reglas fundamentales de la institucionalidad requieren mecanismos para crítica.
De otra parte, las políticas económicas deben buscar el uso eficiente de recursos escasos; así, la economía no debe protegerse sino abrirse, la formalización empresarial y laboral debe facilitarse, y el sistema impositivo debe ser sencillo y sin preferencias.
La brecha entre posibilidades y realidad en Colombia es enorme. Desde la posguerra, la sociedad rural y analfabeta de la colonia se transformó; hoy es urbana, letrada y consciente de derechos.
La economía no ha respondido a las expectativas de ese tránsito porque el país enfrenta todos los obstáculos enunciados. La proporción de la población debajo de la línea de pobreza es 36%, absurda para el nivel de ingreso, y la desigualdad es de las más altas del mundo. Es preciso organizar bien el Estado, para abordar con éxito los demás obstáculos. Todo debe engranar.
Divulgar plan sólido creará expectativas positivas, que redundarán en inversión, empleo y consumo adicional, lo que inducirá nuevas inversiones. Con crecimiento rápido sostenido habrá mayor demanda por servicios personales, por lo cual por un tiempo el valor relativo del trabajo aumentará más rápido que el del capital.
En la fase inicial del proceso será decisiva la inversión extranjera directa, con capital y conocimiento. La complementarán con participación creciente recursos con destino a pensiones y el capital local. Los flujos de caja de libre disposición crecientes serán verdadera construcción de riqueza.
La reforma institucional debe asegurar eficiencia, justicia y armonía en la convivencia para que el proceso sea sostenible. El objetivo de la sociedad no se puede limitar a lo económico. Con el mayor ingreso habrá más el espacio para subsidios focalizados en ámbitos donde la pobreza sería inexorable sin ellos; el Estado contará con el aumento del recaudo fiscal asociado al crecimiento.
El uso adecuado de los recursos públicos en educación e infraestructura permitirá que el proceso de crecimiento se mantenga, pese a las discontinuidades inexorables: el mayor valor del trabajo inducirá cambios en la composición de la economía, con más valor agregado por hora trabajada.
Mejorar la calidad de la educación permitirá lograr el nivel de ingreso y la reducción de la desigualdad necesarios, y mitigará riesgos inherentes a la tecnología. La tasa de crecimiento declinará con la reducción de la brecha entre potencial y realidad; la integración con otros países permitirá crecer el potencial.
El proceso propuesto requiere gestión, comunicación e indicadores. Especificar los detalles es fácil; lo difícil es comprometer a todos los habitantes con el camino esbozado para salir del atolladero en que está metido el país desde hace tiempos.