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La política es el arte de gobernar a los humanos. Implica inducir conductas en la vida de la especie, hoy con 8.000 millones de individuos en el planeta, con tendencia a normalizarse en 9 mil millones. Las cosas han cambiado desde que Europa comenzó la conquista del mundo en el siglo XVI: la tasa de natalidad se mantuvo hasta hace pocas décadas, pero la de mortalidad declinó, al principio más lentamente y luego en forma acelerada, con el uso de agua corriente y la recolección de aguas usadas primero, y después con antibióticos, prevención y tecnología. Al terminar el siglo XV la población sumaba alrededor de 500 millones de personas, al terminar el siglo XVIII alcanzaba 800 millones y al terminar el XIX era ya 1.600 millones. Tras las guerras mundiales aumentó de 2.500 millones a mediados del siglo XX a más de 5.500 millones hace 30 años. La expectativa de vida aumentó en forma impresionante, de menos de 30 años hace 5 siglos a 45 a mediados del siglo 20 y a casi 75 hoy. Los países pobres han experimentado aumentos recientes rápidos en longevidad. Las tasas de natalidad han caído en todas partes. Los interrogantes a futuro son complejos: la fase productiva no aumenta de manera consistente con la duración de la vida, pues la fase preparatoria tiende a extenderse y la obsolescencia es difícil de mitigar.
Las realidades obligan a aumentar la productividad, entendida como valor agregado por hora trabajada, y al tiempo construir sistemas de protección social para sostener a toda la población con el producto del trabajo de quienes están en el rango entre 25 y 65 años de edad. Sin crecimiento poblacional y con expectativa de vida de 85 años menos de la mitad de la población será productiva en equilibrio entre nacimientos y defunciones. El envejecimiento general causa costos crecientes; urge afinar la gestión de la salud pública para lograr mayor beneficio en relación con el costo.
Los aumentos en productividad necesarios solo pueden materializarse con mejoras ostensibles en la calidad de la educación básica y media; el caso de Latinoamérica preocupa porque hay casi plena cobertura pero la calidad es deficiente, por diversas causas: la relación entre la comunidad destinataria del servicio educativo y el magisterio está mediada por gobiernos y sindicatos; la reputación social de la profesión de maestro ha declinado en el último medio siglo; no hay procesos educativos continuos para asegurar la idoneidad de los padres de familia como profesionales y como orientadores de sus hijos en un mundo cambiante, que exige destrezas y reglas flexibles y libre flujo de trabajo entre países Crecer la productividad también se requiere más cultivo del conocimiento y apoyo en inteligencia artificial, herramienta retadora, no competencia. Pese a las importantes mejoras de la calidad de la educación superior y la formación de sus docentes, el gasto en investigación, desarrollo e innovación en la región es muy inferior a lo necesario para crecer de manera sostenida a tasas importantes con menos horas persona invertidas en la producción y distribución de bienes y servicios.
Para terminar, el Estado pesa alrededor de 30% del Producto Interno Bruto del mundo. Cada país y región enfrenta tareas diferentes para mejorar el desempeño de lo público, pero en todas partes se requiere diseñar con imaginación; se debe estudiar en serio la posibilidad de más integración económica y política.