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Analistas 03/02/2024

Valores y comunicación

Gustavo Moreno Montalvo
Consultor independiente

Las sociedades hoy cambian mucho más rápido que en épocas anteriores. Sus perfiles demográficos y educativos, al igual que la tecnología, se transforman. La combinación de nuevas situaciones sociales incide en los valores prevalentes.

Las últimas décadas han sido testigo de la pérdida de peso de autoridades religiosas en Occidente y sus extensiones, incluida Latinoamérica. Además se evidencia erosión de consenso sobre reglas de convivencia. Hay pugna entre las propuestas que exaltan el derecho al arbitrio individual y las que le asignan toda la importancia a la sujeción a normas rígidas y uniformes. Las diferencias se manifiestan en el ámbito estético, en algunos casos con expresiones confrontativas, que pueden ser indicio de divergencias en materia ética.

Es hora de impulsar valores fundados en el respeto y la solidaridad, para evitar riesgos catastróficos para el mundo entero, por el impacto ambiental de la conducta humana, la posibilidad de guerra de destrucción total, el espacio propicio para conductas abusivas del capital internacional y los gobernantes de los estados, y la inconformidad que se desprende de la desigualdad.

La tarea es compleja por la proliferación de canales de comunicación y la presunción de autonomía para interpretar y decidir que se deriva de la ampliación a toda la población de la capacidad para leer y escribir. Se requiere claridad y síntesis, con uso de representaciones gráficas y expresiones verbales sencillas dotadas de fuerza persuasiva. Se necesita entender las preocupaciones de los destinatarios y abordarlas con eficacia. La variedad de segmentos poblacionales obliga a combinar mensajes de propósito universal y dirigidos a destinatarios específicos.

La necesidad de brevedad no exonera de la obligación de desplegar rigor en la tarea comunicativa. El punto de partida es la definición de valores a divulgar, con especificación de mecanismos para su materialización. Un segundo elemento es la identificación de las tres o cuatro prioridades para la población en general, y para cada audiencia en particular. El tercero es hacer la necesaria vinculación entre valores y prioridades, con ejemplos prácticos, ojalá de importancia.

Cabe revisar los valores de vez en cuando: los criterios de selección pueden cambiar. Además es preciso repetir su ilustración, con diferentes palabras, con cierta frecuencia. Solo así permeará la propuesta e inducirá conductas: la internalización es proceso paulatino. Entregar la gestión de las instituciones públicas y privadas a personas idóneas es importante porque el ejemplo de quienes están a cargo puede ser el mejor argumento.

Se debe estudiar mensajes que contradigan de manera pública los valores que se desea impulsar. Algunos requerirán rechazo frontal, otros respuesta desdeñosa, pero siempre con argumentos claros y efectivos. No todos deben inducir reacción comunicativa: en muchos casos el silencio es elocuente.

En el momento de tomar decisiones las personas piensan cómo las afectará la opción seleccionada. El respeto por la percepción ajena es regla para esperar de otros lo mismo, y la solidaridad es cimiento de convivencia. Al fin y al cabo, somos interdependientes, vulnerables y finitos; la unión puede lograr más beneficios que la pugna permanente. Entender a los demás hace más eficiente la formulación de valores y es requisito indispensable para que las propuestas triunfen.

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