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Los últimos años hemos vivido situaciones que creíamos impensables o poco probables. Sin embargo, con una pandemia que demostró la fragilidad de la vida humana, los cambios drásticos del clima o las constantes tensiones entre algunos países que evocan un ambiente de inestabilidad, nos hemos dado cuenta que debemos replantear nuestro actuar en el mundo y cuestionarnos cómo podemos ayudar a crear una sociedad más incluyente y equitativa.
Hoy más que nunca las empresas deben tomar conciencia acerca de su impacto. Es necesario que las organizaciones públicas y privadas trabajen en sinergia para lograr empoderar a las personas a vivir una mejor vida, a pensar en la importancia de cuidar de los recursos naturales y en la posibilidad de ayudar aquellos que no cuentan con las mismas condiciones.
En el mundo existen 193 millones de personas que enfrentan la desprotección alimentaria, según el informe Global sobre Crisis Alimentarias de la ONU. En Colombia, el panorama tampoco es muy alentador, de acuerdo con el Banco de Alimentos casi 16 millones de colombianos viven con dos o menos comidas al día.
Sin embargo, es necesario aclarar, que la desprotección alimentaria no es la única problemática que se debe afrontar hoy en día. Actualmente, las personas sufren cada vez más de depresión, ansiedad u otro tipo de trastorno mental que en muchas ocasiones se generan a raíz de una carga laboral abrumadora. De acuerdo con el Índice de Felicidad Organizacional de Iberoamérica, la insatisfacción frente a su empleo es un flagelo que afecta a más de 60% de los empleados en Colombia, y sin duda, la cifra a nivel mundial es aún mayor.
Las anteriores cifras no hacen más que reforzar la necesidad de tomar cartas en el asunto; las organizaciones deben comenzar a pensar en un enfoque diferente al de solo trabajar por una rentabilidad económica. Es momento de crear estrategias que trabajen bajo la premisa de ayudar a generar una transformación social.
Con lo anterior, no quiero aminorar la importancia de las ganancias de un negocio, muy por el contrario, son necesarias para continuar y promover iniciativas fundamentales para generar un cambio. Me refiero a que es momento de que las empresas coloquen el propósito y bienestar de las personas como centro de sus acciones y de esta forma generen un triple impacto en el entorno: Medio ambiental, calidad de vida y económico.
Según Sistema B, hay más de 5.000 Empresas B en 80 países y 155 sectores, unidas por un objetivo común: construir un sistema económico inclusivo, equitativo y regenerativo para las personas y el planeta. Organizaciones que han tomado como propia la misión de ser la mejor para el mundo y no solo del mundo.
Creo indudablemente que el trabajo en conjunto de las organizaciones privadas, públicas y de las personas pueden generar grandes cambios que impulsarán la construcción de un nuevo tejido social y ambiental que fomente la inclusión y mejores condiciones para vivir.