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El fortalecimiento del liderazgo industrial de los EE.UU. es la nueva realidad geopolítica, y la podríamos resumir en una frase del presidente Biden, “Nos estamos asegurando de que la cadena de suministro de Estados Unidos empiece en Estados Unidos”, y precisamente uno de los ejes de la nueva política industrial de EE.UU. está incluido dentro de la Ley de Reducción de la Inflación (Inflation Reduction Act, IRA) la cual invierte US$369.000 millones para fomentar el desarrollo y uso de tecnologías y bienes de consumo energéticamente eficientes.
Uno de los aspectos más relevante de esta ley es el énfasis que hace en la industria automotriz, otrora base del poder industrial de los EE.UU., otorgando estímulos para fomentar la transición a la movilidad eléctrica: por el lado de la demanda, concediendo créditos fiscales de hasta US$7.500 para la compra de vehículos eléctricos fabricados en Estados Unidos, y por el lado de la oferta creando una serie de beneficios fiscales para la instalación de estaciones de carga, y la fabricación de vehículos eléctricos y componentes de sus baterías en EE.UU. o de países con los que tienen acuerdos de libre comercio.
Los resultados de esta política se comienzan a ver: Se están construyendo en EE.UU. 500.000 estaciones de carga para vehículos eléctricos, así mismo Tesla informó que concentrará la fabricación de celdas de baterías en EE.UU. en detrimento de su recientemente abierta GigaFactory en Berlín, y adicionalmente, Ford anunció que construirá en Michigan una fábrica de baterías para autos eléctricos en conjunto con el fabricante chino Catl.
En forma subyacente la IRA es una política proteccionista que pretende recuperar el liderazgo estadounidense en una industria clave, pues se estima que 3% del PIB global se genera en la manufactura automotriz, y se suma a otras políticas proteccionistas como el “arancel limpio” de la Unión Europea el cual gradualmente y a partir de octubre de 2023 penalizará con aranceles extras las materias primas que no se produzcan con energías limpias, pero que de forma velada es una herramienta para contrarrestar a la industria china. Del lado chino, son de lejos los líderes en la fabricación de baterías para autos eléctricos con cerca de 78% de la producción global y controlan cerca de 55% del suministro de materias primas para energías limpias, pero a pesar de esto no están dispuestos a ceder el liderazgo, y ya han anunciado que van a escrutar el acuerdo de transferencia de tecnología entre Ford y Catl.
Esta batalla también impactará a Latinoamérica, por el lado de México impulsará el ensamble de vehículos, y para los demás países se abren importantes oportunidades para convertirse en proveedores de segundo o tercer nivel en la cadena de suministro de la industria automotriz del T-MEC (Tratado de libre comercio entre México, EE.UU. y Canadá). La política proteccionista de EE.UU. no tiene marcha atrás y hay que buscar como adaptarse a ella, pues como lo mencionó Biden recientemente “…me critican internacionalmente por centrarme demasiado en Estados Unidos, al diablo con eso”.