.
Analistas 21/06/2024

De las economías de escala a la economía de las habilidades

Hernán David Pérez
Asesor en transformación digital y productividad

Entre los cambios más destacados de la segunda revolución industrial, entre finales del siglo XIX y principios del XX, se encuentra la materialización de la producción en masa y las economías de escala, concepto anteriormente promulgado por Adam Smith en su obra ‘La riqueza de las naciones’. Un ejemplo emblemático de este período fue la fábrica de automóviles Ford en River Rouge, que, en su apogeo, empleaba a cien mil trabajadores y producía un automóvil cada 49 segundos, en un entorno caracterizado por tareas repetitivas con un mínimo desafío intelectual para el trabajador.

Este panorama de desafíos intelectuales mínimos evolucionó progresivamente a lo largo del tiempo y se ha acelerado recientemente por la mayor velocidad de cambio tecnológico, siendo impulsada especialmente por el acceso global a internet y los movimientos “open source”, que han democratizado el acceso al conocimiento. Un ejemplo relevante es Lynda.com, sitio web fundado en 1995 por Lynda Weinman y su esposo Bruce Heavin. Su objetivo inicial era proveer material de apoyo virtual tanto para los estudiantes de Lynda como para otros profesores. En 2002, el sitio evolucionó hacia un modelo de suscripción para contenido educativo y creció progresivamente hasta ser adquirido por LinkedIn en 2015. Otros sitios como Coursera, Udemy, y más recientemente Platzi, también han sido pioneros en la democratización del acceso al conocimiento y en la educación virtual basada en habilidades.

Estas dos historias convergen en como el acelerado cambio tecnológico ha acrecentado la brecha entre las necesidades del sector real y la formación formal a nivel profesional y técnico. En este contexto surge la “economía de las habilidades”, un modelo de gestión del conocimiento donde las empresas, en lugar de priorizar títulos formativos tradicionales, comienzan a valorar las certificaciones que acreditan el “saber hacer” en tareas específicas, y especialmente en conocimientos de vanguardia.

Para materializar la evolución hacia “la economía de las habilidades” es importante considerar cuatro elementos clave: (i) identificar los flujos de negocio y las tareas requeridas para su ejecución; (ii) clasificar las tareas en tres tipos: automatizables, aquellas donde mediante inteligencia artificial (IA) podemos reemplazar al humano; aumentables, aquellas donde mediante la IA y otras tecnologías digitales podemos aumentar las capacidades y productividad del humano; y finalmente, tareas que requieren razonamiento intelectual y no son potencialmente automatizables ni aumentables; (iii) determinar las habilidades necesarias para las tareas no automatizables, idealmente buscando coincidencia con certificaciones existentes en la industria; (iv) flexibilizar los requerimientos para los cargos en términos de educación formal y hacer mayor énfasis en las certificaciones de habilidades.

Las universidades no se pueden quedar atrás de esta dinámica, y es clave que el Ministerio de Educación brinde más autonomía a las universidades -especialmente a las de alta calidad-, para que estas complementen sus programas con certificaciones de habilidades avaladas en conjunto con las empresas tecnológicas.

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA