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En mi columna anterior, compartí los resultados del Índice Global de Innovación (GII) 2023, donde subrayé el bajo rendimiento de Colombia en dicho ranking: quintos entre 19 economías en Latinoamérica, y a nivel global nos ubicamos en los niveles intermedios del índice, posición 66 de 132 países, y en el contexto de economías de ingresos medio altos - donde competimos con México, Brasil, Rusia, China, Malasia y Bulgaria entre otros -, Colombia se sitúo en el puesto 15 de 33, nuevamente justo en la mitad de la tabla.
De los resultados obtenidos por Colombia es importante resaltar varios aspectos:
1. Empresas e innovación: Colombia brilla en varios frentes gracias al sector privado: formación empresarial formal (posición 6 en el ranking global), valoración de unicornios (20), adopción de normas de calidad ISO 9001 (21) y de gestión ambiental ISO 14001 (25), además de la eficiencia en la generación de PIB frente al consumo energético (13).
2. Rezago en la inversión tecnológica: Persiste una inversión insuficiente en sofisticación tecnológica, reflejada en el bajo gasto en software como porcentaje del PIB (79) y en la baja intensidad tecnológica del sector de manufactura (61), lo que repercute en bajas posiciones en el ranking de exportaciones de alta tecnología (69) y de servicios de TI (85).
3. Creación de conocimiento aún es baja: En lo relativo a los resultados en la economía del conocimiento y las tecnologías estamos en la parte media de la tabla (62), pero aún estamos en la parte baja en factores específicos tales como patentes de invención (79), y artículos académicos (94), mientras en modelos de utilidad estamos en una mejor posición (46). Todo esto contribuye a que ninguna de nuestras ciudades sea reconocida en el listado de los 100 principales clústeres de innovación, siendo Sao Paulo la única a nivel latinoamericano.
4. La economía creativa aún no despega: A pesar de los avances en las industrias musical, del cine y del software, la ‘economía naranja’ aún no logra el nivel de otros países, y estamos en una posición baja en el ranking de resultados de la economía creativa (80), e igualmente estamos en el nivel inferior en áreas clave como el desarrollo de software y creación de aplicaciones móviles (72), exportaciones de economía creativa (72), y diseños industriales registrados (80).
5. Baja eficiencia del gasto educativo: Esta es quizás la conclusión más preocupante del estudio, aunque estamos en la parte alta del ranking en el nivel de inversión en educación respecto al PIB (28), ocupamos posiciones bajas en educación (83), y en recurso humano e investigación (81). Este contraste es consecuencia del bajo desempeño en indicadores como los resultados de las pruebas Pisa (62), la proporción profesor-alumno (113), el número de investigadores (92), y la cantidad de estudiantes internacionales en nuestras universidades (109).
Ante el desafiante escenario de innovación en nuestro país, surgen muchas preguntas, y les invito a reflexionar sobre algunas de ellas:
¿Estamos midiendo y enfocando de manera efectiva la innovación en el Estado, las empresas y universidades?
¿Los rankings de innovación empresarial están midiendo los factores tangibles de la innovación o son unos sondeos de opinión acerca de la reputación en innovación de las marcas?