MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
En los últimos años se han evidenciado inmensos cráteres, no fisuras, en el funcionamiento del sector eléctrico colombiano. Las manifestaciones de estos se han exacerbado durante las sequías recientes. Ahora, a los problemas de insuficiencia en generación durante estas épocas, se agregan variedad de aprietos. Algunos de los más protuberantes incluyen la aplicación de la opción tarifaria, precios desbordados, las viejas y recientes dificultades en el suministro a la costa Caribe, lo vivido con Hidroituango y, como si fuera poco, la inquietante situación de obstáculos en el abastecimiento eléctrico que sufre Bogotá (presidente GEB, El Tiempo, abril 3). Esto, en su conjunto, se configura en afectaciones profundas a más de 50% del país.
Aunque tratamos de ponerle buena cara al mal tiempo, frecuentemente caemos en situaciones cada vez peores. Y, a pesar de que no emerge un estallido, el país complaciente y el resignado sacrifica bienestar, desarrollo económico, social, tecnológico y ambiental. Lo trágico está por acontecer, esperemos que no. De todas formas, de ocurrir, no sería cierto que sea la aparición de un cisne negro (SIC), todo es producto de nuestra propia elaboración, de nuestras competencias e idiosincrasia.
No obstante, el pasado no es una condena. Hay que luchar por un futuro mejor, aunque imperfecto. Uno que supere nuestro precario trasegar, lejano de este. Uno que construyamos, desde una perspectiva holística, superándonos como sociedad.
En este entorno, y para direccionarlo, comencemos con lo factible y efectivo, con acciones propulsoras. A pesar de que fue una buena subasta la de hace unas semanas, esta para nada tranquiliza. Se requiere mucho apoyo del gobierno, de las entidades ambientales, de las empresas y de la comunidad para lograr el avance requerido. Y no solo esto, también es menester contar con capacidades adicionales en el cortísimo plazo para alcanzar suministro seguro. Es fundamental la diversificación urgente, incorporando decididamente a los consumidores - empoderándolos y estimulándolos - para que participen con techos solares y/o a través de comunidades energéticas (parte, con baterías). Esta es una solución realizable y que tendrá efectos perdurables.
También, un poquitín más adelante, paulatinamente ir dotando al sistema con almacenamiento a gran escala. Igualmente, es esencial la inclusión temprana, gradual y continua de biomasa y geotermia. El trabajo es arduo, pero para eso está el gobierno. Se tiene una excelente oportunidad para las empresas, el sector crecerá enormemente, creando oportunidades en el corto, mediano y largo plazo. La alternativa, permanecer en el mundo “hidrotérmico” que muchos añoran, es imposible!
Recuerden que llevamos más de una década desde la Ley 1715 y ocho años desde que Santos nos salvó de un apagón. Y los mismos ocho años desde que el entonces ministro Arce planteaba: “…Necesitamos mejorar con fuentes alternativas renovables, como los proyectos de energía eólica y solares, para no ser tan dependientes de la generación hidráulica. …, trabajaremos en la regulación para enviarle señales claras a inversionistas e incorporar nuevas tecnologías y mejore la confiabilidad del sistema”, mayo 10 de 2016.
Poco ha acontecido, los incentivos incorrectos. En ese lapso, otras sociedades lograron avances importantes. Nosotros, con críticas a los brasileños, alemanes, españoles, fundamentadas en slogans acerca de sus políticas, hemos fracasado. Se sabía a priori que las nuestras eran inadecuadas, pero estábamos convencidos de lo contrario, pues pregonamos que somos únicos y conocedores de mercados.
Mi gota de optimismo siempre manifiesta y en espera de concreciones, se fundamenta en que el actual Ministro escucha a todos: la academia, los gremios, los consumidores, la comunidad. Él está actuando, pero le faltarán horas del día para lograr su Transición Energética Justa, si no es el resultado de una construcción colectiva.