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El gasto público es el total de dinero que desembolsa el Gobierno para realizar sus actividades. Pero, ¿de dónde sale ese dinero? Existen varias fuentes, pero todas se reducen a una simple respuesta: de los ciudadanos.
Veámoslo mejor. El Gobierno recauda dinero vía impuestos, que pagan los ciudadanos; también lo puede hacer endeudándose, pero esa deuda se pagará en el futuro con los impuestos de los ciudadanos; también puede imprimir dinero que no está siendo demandado, pero esto tiende a generar inflación y actúa como un impuesto a los ciudadanos, pues reduce su poder adquisitivo; y por último, las utilidades de las empresas públicas y sus inversiones, pero estas son insuficientes. Por ejemplo, el Presupuesto General de la Nación (PGN) en 2019 fue de $250,4 billones y las utilidades de las empresas públicas y sus inversiones fueron de $14 billones en 2018. Es decir, los ingresos propios del Gobierno solo cubrían 5,59% del total del presupuesto para gasto que ellos tenían planeado, y a esos ingresos hay que restarle los dividendos que se le deben dar a los accionistas. En resumidas cuentas, el Gobierno no genera riqueza ni para cubrir sus propios gastos, cada centavo sale y saldrá de los ciudadanos como tú.
Ahora, ¿de dónde sale el dinero de los ciudadanos? Hay tantas fuentes que sería imposible enlistar, pero todo se resume en lo siguiente, los ciudadanos son generadores de riqueza, pues es mediante cada una de sus actividades económicas que los ciudadanos generan valor, y ese valor se materializa en riqueza. Como ya se ha dicho, es claro que el Gobierno no genera riqueza y cuanto más gasta, más les quita a los ciudadanos. Así, cada incremento de los desembolsos que realiza el gobierno desvía riqueza de actividades generadoras, hacia actividades que no generan.
El gasto del Gobierno Nacional Central (incluyendo los intereses, la variación de las cuentas por pagar y otros rubros de causación) ha incrementado tremendamente en Colombia, llegando a $233,4 billones en 2020, que representan 33,45% del Producto Interno Bruto (PIB), cuando hace tan solo 10 años, la cifra del gasto del GNC era cerca de $100 billones, según los datos del Banco de la República de Colombia.
Un elevado gasto público no debería ser considerado una buena noticia, por el contrario, los elevados niveles de gasto por parte del Gobierno dificultan y regularmente obstaculizan el proceso de generación de riqueza en la economía, pues no solo transfiere riqueza de la parte generadora de la sociedad hacia donde no se genera, sino que tiende a disminuir los incentivos empresariales, generando lo que llaman “efecto expulsión o crowding out”, que no es más que el desplazamiento de la empresa privada por parte del actor público, destruyendo potenciales factores generadores de riqueza para la sociedad en agregado.
Las políticas de austeridad en el gasto público en países como Suecia, por ejemplo, donde el gasto público pasó de representar 70,5% del PIB en 1993 a 49,1% del PIB en 2019, han logrado impulsar el crecimiento de sus economías, pues permiten que la parte generadora de riqueza de una sociedad, es decir, los ciudadanos, tengan más recursos en sus manos para que los utilicen en la creación, expansión y fomento de nuevos emprendimientos y actividades generadoras de valor para todos.
Cada peso que gasta el Gobierno es un peso menos que pueden gastar los ciudadanos.