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Analistas 05/04/2023

La salud del alma

Javier Arenas Romero
Director Harmex S.A.
La República Más

Este Gobierno intenta reformar la política, las condiciones laborales, el sistema de salud, la seguridad, la educación, el ordenamiento general del país, el modelo social y todo lo que se le ocurre. Este es su empreño buscando imponer una ideología arcaica y fallida de socialismo y esclavitud.

Muchos han permitido la creación de una nueva casta política que se define y se arrastra según sus propios intereses. El despotismo y el “de malas” se van metiendo en la vida cotidiana sin valorar los frutos venenosos que en el corto plazo estaremos cosechando.

Podemos referenciar sobradamente con la fría estadística, y con los números que acompañan una evaluación económica y social, el por qué vivimos momentos aciagos, pero es tan o más preocupante hacer referencia a que estamos frente a una auténtica epidemia de salud mental, ansiedad y angustia. No podemos acostumbrarnos a las frecuentes declaraciones y comportamientos tóxicos que exponen y con los que viven muchos de los altos funcionarios de este Gobierno, que sin ningún pudor, arrebatan la esperanza y el buen ánimo.

La permanente y dañina, por no decir perversa acomodación a las condiciones del relativismo y la secularización, nos generan una sensación de fracaso. También sacude el alma la imposición de la ideología de género, la deformación de la escala de valores, la narrativa vengativa y resentida de muchos de los anti líderes que han resultado tras la escogencia de un gobierno socialista apegado al marxismo.

Peor aún la complacencia con los delincuentes y la errada búsqueda de una paz total basada en la impunidad, el nivelar a los hampones con la fuerza pública, y el permitir un lenguaje de eufemismos para tolerar el delito.

La manifiesta preocupación política por ofrecer cambios y reformas, nunca incluyó la transformación requerida para fortalecer la dignidad humana y menos la familia. Se promueven los hogares disfuncionales y también la educación sin Dios y sin ley. En la niñez y posterior adolescencia, se dice que es imperativo el buscar líderes inspiradores y modelos sociales para imitar, pero ninguno de los dos supuestos han sido importantes o posibles en este Gobierno.

Se promulgan incontables derechos pero no se exige el cumplimiento de los escasos deberes. Nos limitamos a escuchar que es de buen corazón o de generosa alma aceptar las políticas de “inclusión” de los diferentes, o del “perdón y olvido” para delincuentes y se han olvidado del principio supremo, de que la misericordia y el perdón se dan a quienes con humildad imploran, se arrepienten y se convierten.

Está claro que el ser humano siempre ha buscado el poder sobrenatural, tal vez con más decisión o fe cuando hay sufrimiento en su alma o en su cuerpo. Vemos que el orden de la naturaleza, desde el inicio de los tiempos, se cancela y va quedando al simple capricho de las nuevas generaciones que al renunciar al uso de la razón terminan en imposiciones emocionales.

Estamos en un momento inédito. Los consejos dulzones y melosos ya no calan en la mente de nadie. Hay que volver a las raíces que han moldeado el alma, a la lucha constante por distinguir el bien del mal, a conocer, querer y respetar a un Dios generoso, misericordioso e implacable.

En la historia reciente de la humanidad ya hemos visto que las ideologías se quedan a mitad de camino. Sólo la fuerza espiritual, unida a la potencia humana, ofrece respuestas completas al ansia de nuestra alma por buscar y alcanzar paz, armonía y tranquilidad.

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