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A pesar del resurgimiento de la comida vegetariana y del crecimiento exponencial de la oferta de productos alimenticios basados en plantas, el consumo de carne continuará en aumento a nivel global por los próximos años. De acuerdo con un estudio reciente de la Oecd, entre 2014 y 2024, el promedio mundial de consumo anual de carne por persona aumentará de 34 a más de 36 kilogramos. El estudio también indica que países en vía de desarrollo como Vietnam, Mozambique, Tanzania, Turquía e Indonesia experimentarán el mayor crecimiento en términos de consumo de carne per cápita. Este dato no debería sorprender considerando que la carne es un producto completamente “aspiracional” y a medida que la situación económica mejora y los individuos salen de la pobreza, el consumo se carne se vuelve parte más importante en la dieta diaria.
Según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la carne tradicional es el alimento menos eficiente para la humanidad. La ganadería utiliza 30% de toda la superficie terrestre y 20% de la masa animal que habita en el planeta está destinada a la producción de carne y leche. Casi un 40% de los alimentos que se cultiva en nuestro planeta se destina a servir como sustento de la ganadería, una cifra que podría alcanzar 60% en las próximas dos décadas si continúa la creciente demanda de carne. Pero el tema no se queda ahí, el efecto ambiental que tiene la ganadería es inmenso, siendo responsable de 9% de todo el dióxido de carbono (CO2) generado en el planeta, de 65% del óxido nitroso, cuyo impacto sobre el calentamiento global es cientos de veces mayor al del CO2 y de 37% de la liberación del metano, otro gas nocivo para la evolución climática.
Este impacto, junto con el vertiginoso crecimiento de la población mundial, ha empezado a motivar a múltiples empresas del mundo de la tecnología a trabajar en la búsqueda de una mayor eficiencia en la agricultura animal y al desarrollo de productos alternativos a la carne, basados en plantas, pero que imiten las características de sabor y textura del producto animal. Se estima que para 2040, 35% de toda la carne consumida a nivel global se cultivará en laboratorios y 25% será de reemplazos veganos.
Hace unos meses, la compañía Beyond Meat (donde son inversionistas el fundador de Microsoft, Bill Gates y el actor Leonardo DiCaprio) que produce un sustituto vegetal de la carne, salió a la bolsa en Estados Unidos y su acción logró casi triplicarse en cuestión de semanas, algo que fue interpretado por analistas como la confirmación de que el mercado y los consumidores están ansiosos por ver cambios sustanciales en este sector.
El secreto de Beyond Meat es combinar verduras ricas en proteínas como fríjoles y soya para replicar el sabor, la textura y el aspecto de la carne. La “sangre” en la hamburguesa de Beyond Meat, es imitada con jugo de remolacha. Otro jugador en este espacio es Impossible Foods, que utiliza proteína de arveja y una levadura modificada genéticamente para producir un componente “leghemoglobina de soya”, un ingrediente clave que permite que sus productos imiten la textura de la carne real, incluso haciendo que sus hamburguesas parezcan “sangrar” como la carne de res.
El interrogante que plantea la entrada de capital de riesgo y empresas de tecnología en el sector de la producción de comida es si estos avances tecnológicos van a ser capaces de incentivar a los consumidores a migrar sus dietas hacia productos que hagan menos daño al ambiente.