Existe un segmento de consumidores, cuyo tamaño va en aumento, para los cuales el hecho de tener que esperar largas horas en las puertas de un comercio para comprar lo último en tecnología no implica ningún sacrificio. Son tan efervescentes sus deseos de poseer el “objeto de deseo” y en términos económicos, su elasticidad al precio parece infinita, ya que poco importan el tiempo o el dinero que se requieran mientras tengan el placer de tener algo nuevo.
¿Por qué algunas personas están siempre en la búsqueda de tener el producto o servicio más novedoso que ofrezca el mercado? Según varios estudios independientes, el fenómeno está íntimamente relacionado con la personalidad. Existen algunos individuos que generan altos niveles de ansiedad por las cosas nuevas, siendo este un comportamiento ligado con el incremento desmedido de la curiosidad y que algunos expertos como el psiquiatra Robert Cloninger lo han denominado “neofilia”. Si sus teorías resultan ser ciertas, ellas pudieran explicar comportamientos que han generado la evolución del ser humano. Estudios recientes de algunos psicólogos están impulsando la teoría que propone que estas personalidades podrían estar relacionadas con el “gen de la migración”, una mutación ocurrida hace unos 50.000 años, cuando las poblaciones abandonaron el continente africano y empezaron a poblar otras regiones de la tierra.
Esta interpretación de esa ansia por conocer, descubrir y experimentar va en completa oposición con otras teorías que achacaban esos comportamientos a problemas psicológicos como el déficit de atención y las adicciones.
La “neofilia” es una de esas enfermedades costosas, ya que en tecnología los avances son tan veloces que nadie (o casi nadie) puede seguirles el paso a menos que posea una cantidad respetable de dinero y el tiempo suficiente para “rastrear” los nuevos productos al momento en que sean introducidos al mercado o incluso, antes de que esto suceda, anotándose en listas de espera y pagando por anticipado los productos, para recibirlos en cuanto estén a la venta. Vale la pena aclarar que los “neofìlicos” no se deben confundir con los “early adopters“, siendo estos últimos un grupo de personas que abrazan las nuevas tecnologías en cuanto se encuentran disponibles pero cuya finalidad es aprender, poner en práctica nuevas tendencias y mejorar su productividad.
Recientemente han aparecido plataformas de innovación que alimentan de una u otra manera la necesidad de los “neofìlicos” y colocan al alcance de ellos, productos innovadores. De la misma manera esos desarrollos se alimentan de las ansias de ese grupo de personas con una incesante necesidad de tener productos nuevos. El ejemplo más famoso de esta nueva tendencia conocida como “Crowdfunding” es la plataforma Kickstarter, donde emprendedores con ideas de avanzada logran convencer a un grupo de personas de financiar de manera colectiva (normalmente a través de la red) el desarrollo y la fabricación de un producto determinado. Kickstarter con sede en los EE.UU se puso en funcionamiento en el año 2009 y su crecimiento ha sido exponencial. En la actualidad tienen una media de 3.000 proyectos activos por mes y desde su inauguración ya han acogido más 80.000 proyectos, recaudando más de medio billón de dólares, con un porcentaje de éxito que supera el 50%. Sus donantes, “neofìlicos” en su mayoría, suelen aportar un promedio de 25 dólares por proyecto con el fin de tener acceso a los productos antes que el mercado masivo. Este año los productos más exitosos incluyen impresoras 3D, cascos de realidad virtual y bombillos inteligentes y el famoso “Pebble”, un reloj inteligente que podría ser el pionero de una categoría de productos que los gigantes de la tecnología como Apple y Samsung estarían lanzando en los próximos meses.