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Un par de meses después de que Google anunciara su decisión de eliminar su conocido lema de “Don’t Be Evil” de su código de conducta, un lema no oficial que su momento fue utilizado sobre todo para definir el comportamiento altruista de la compañía con respecto a sus propios usuarios, el gigante de Mountain View alcanzó un “récord” mundial. En este caso uno que no necesariamente hará sentir a la compañía orgullosa ya que está relacionado con el tamaño de las multas que recibió de parte de la Unión Europea. Google ya ostentaba los dos primeros puestos en el ranking de multas del mercado tecnológico y hace unos días recibió una más, esta por 4.340 millones de euros, una cifra increíble. La sanción recibida hace un año era de 2.420 millones de euros debido al abuso de posición dominante con respecto al buscador de beneficios en compras conocido como Google Shopping y ahora le ha tocado el turno al sistema operacional para teléfonos móviles Android.
Cuesta mucho entender la razón de la multa relacionada a Android, si pensamos que Google ha invertido miles de millones de dólares en el desarrollo de una plataforma para dispositivos móviles que es en su mayoría abierta y de uso libre para los fabricantes que decidan adoptarla. Suena paradójico pensar que luego de crear un sistema operacional que ha beneficiado a millones de usuarios en mercados emergentes principalmente, a fabricantes y a todos los componentes del ecosistema Android, una institución multilateral decida penalizar a Google por supuestas prácticas monopolísticas. Especialmente en este siglo y en una industria como la del internet, suena absurdo hablar de monopolios de la misma manera que se hace en la economía real, donde una posición dominante de mercado conduce a manipulación arbitraria de precios en detrimento de los intereses del consumidor. En la actualidad por mucho que una compañía tenga participaciones de mercado superiores a 60% o 70%, el hecho de ofrecer gratuitamente sus productos y servicios, no genera ningún tipo de asimetría peligrosa en el mercado. Por el contrario suena ridículo pensar en penalizar a las compañías que hacen bien las cosas y buscar maneras de equilibrar la competencia buscando beneficiar artificialmente al incompetente. La miopía de los reguladores modernos no tiene límite. Como se ha visto con el caso de Claro en Colombia, donde el regulador ha buscado la manera de castigar al operador que más inversión y desarrollo de su red ha hecho por muchos años, hoy Google con su plataforma Android con una participación de mercado de mas de 80% sufre el rigor de un castigo injusto, no porque haya desarrollado prácticas ilegales para obligar a los fabricantes de dispositivos a aceptarlo, sino simplemente por que los competidores se quedaron por el camino al ser inferiores, incompetentes o simplemente perezosos.
Las multas más grandes que ha puesto Bruselas han sido para compañías estadounidenses como Qualcomm, Microsoft, Intel y Google, siendo estas empresas las responsables de la transformación tecnológica de nuestra sociedad en los últimos 30 años. En estos tiempos donde se han puesto de moda las “guerras comerciales”, no hace falta ir muy lejos para darse cuenta que la Comisión Europea ha mostrado comportamientos similares a los que hoy crítica del gobierno del presidente Trump. No sería una mala idea que en lugar de investigar monopolios ficticios, se preguntarán por qué Europa no tiene tantos Apples, Googles, Amazons o Facebooks.