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Los izquierdistas desconocen la complejidad del mercado y han simplificado y tergiversado las ideas de la economía libre. Le han hecho creer a la gente que la riqueza se decreta y que el mercado es enemigo del trabajador. ‘Economía al andén’ nace como una iniciativa para desmontar esos mitos y explicar, en términos sencillos, que la prosperidad solo es posible si hay libertad económica.
Soy una fiel convencida de que a este país le falta educación, pero una educación libre, sin sesgos marxistas o dogmas intervencionistas de cualquier color. Mientras damos la batalla para cambiar los currículos, en #NoConMiAhorro hemos decidido no quedarnos de brazos cruzados y apostarle también a la pedagogía popular. En compañía de docentes y expertos, saldremos a la calle a enseñar sobre economía libre.
Cuando dije que había que leer menos a Marx y más a Hayek, no me quedé solo en escribir una columna. Ya logré que dos profesores incluyeran en su bibliografía a autores liberales; y ahora quiero que cualquiera en Colombia pueda conocer el pensamiento de Hayek y la Escuela Austriaca de Economía. En nuestra primera clase de ‘Economía al andén’ abordaremos la reforma laboral.
Quienes la defienden parten de un error: creer que la riqueza se decreta. Piensan que por decretar un aumento en el pago de las horas extras, las indemnizaciones y los recargos, de repente, todos los trabajadores empezarán a recibir esos beneficios. Olvidan algo obvio: los salarios y costos laborales dependen de la inversión y productividad, y no del capricho del legislador o de la voluntad del empleador.
Piensan que todos los empresarios del país tienen el nivel adquisitivo de Sarmiento Angulo u otro banquero ¡Cuán equivocados están! Según el Ministerio de Comercio, solo 0,3% de empresas en Colombia son grandes, mientras que 95%, por ejemplo, son microempresas.
¿Cómo esperan que un zapatero, que apenas formalizó su negocio y emplea a dos personas, asuma un aumento en los costos sin que a su vez haya más inversión ni más ventas? Su única salida será despedir a alguien, dejar de contratar y, a la larga, subir los precios de sus productos. Quebrarán a la mayoría de empresarios, y ahí sí: sálvese quien pueda.
De nada sirve que los beneficios laborales sean altos en el papel si en la realidad encarecen productos y destruyen empleos. La reforma laboral, al imponer costos artificialmente altos sin mejorar la inversión ni la productividad, desincentiva la contratación y altera el orden espontáneo. Además, afecta sobre todo a mi generación. Como contratar es más costoso, las pocas empresas que sobrevivan preferirán empleados con experiencia y mayor productividad. Los jóvenes quedaremos a un lado. Irónicamente, una medida que supuestamente protege a los trabajadores terminaría dejando a muchos en el andén.
El mayor enemigo del trabajador no es el empresario, como algunos nos quieren hacer creer, sino un Estado que espanta la inversión y frena la acumulación de capital. Por años hemos sido ‘estafados’ por quienes justifican el estatismo, sean de derecha o izquierda. Esto es estatismo vs libertad.
Pronto nos vemos en la calle. Si quieren apoyar a ‘Economía al andén’, no duden en escribirme.