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TRIBUNA UNIVERSITARIA 01/10/2024

Formalizarse: ¿oportunidad o condena?

Jerome Sanabria
Estudiante

Recientemente, tuve el honor de ser panelista en el Congreso Nacional de Comerciantes de Fenalco, donde confirmé que hacer empresa en Colombia es un acto de valientes, y será aún más difícil si pasa la reforma laboral.

Las altas regulaciones laborales afectan a los valientes que decidieron formalizarse y crear empleo, así como a sus empleados. Como lo indica Cristina Fernández, investigadora de Fedesarrollo, los empleadores formales deben pagar un adicional de 47% del salario de cada trabajador por concepto de seguridad social. Por ejemplo, el tendero de mi barrio, que se formalizó, no solo paga el mínimo de $1.300.000, en total tiene que destinar $1.911.000 por empleado. Este es el caso de los empresarios con ingresos inferiores al umbral de renta exenta ($59 millones anuales) y registrados como personas naturales. Según Fernández, este grupo representa 92% de los empresarios del país. En cambio, quienes superan ese umbral, al poder deducir estas obligaciones de sus impuestos, terminan pagando un adicional por trabajador de 4,7%, una carga considerablemente menor comparada con 47%.

La situación es aún más preocupante al considerar que, según el Ministerio de Comercio, en 2023, 99,7% de las empresas registradas y activas son micro, pequeñas o medianas. Aquí se evidencia que los altos costos de la formalización no afectan a los grandes empresarios (que representan solo 0,3% del total nacional), sino al resto de los colombianos que decidieron emprender, la inmensa mayoría. Estas regulaciones no castigan a los dueños de grandes emporios, pero sí por ejemplo al tendero de mi barrio.

Después de este diagnóstico, cualquiera podría pensar que es urgente una reforma laboral, y sí: necesitamos formalizar. Sin embargo, la reforma laboral que propone el Pacto Histórico, en lugar de solucionar el problema, ¡lo agrava! Esta reforma, como lo declaró la Ministra del Trabajo, no busca crear más empleo formal. En cambio, “busca mejorar las condiciones laborales de los trabajadores actuales”. Aunque este discurso suena bien, en realidad significa incrementar las obligaciones que enfrentan los empleadores, poniéndoles la soga al cuello a 99,7% de ellos.

Esto traerá dos terribles escenarios: aumentará el desempleo y la informalidad. El tendero, con la misma suma que destinaba para sostener a dos empleados, ahora deberá pagar las nuevas obligaciones. Evidentemente no tendrá el dinero suficiente, y se verá obligado a despedir a uno de sus trabajadores. O, por ejemplo, tendrá que optar por desformalizar su micro empresa, privando a sus trabajadores del pago de seguridad social. Ambos casos por lo mismo: porque el hecho de que aumenten las cargas solo se podría cubrir si se aumentan los ingresos, cosa que no se puede prever. A la larga, los trabajadores y consumidores terminaremos sosteniendo esos gastos. Todos perdemos.

Formalizarse resulta una condena para los valientes, más aún cuando vemos que tantas cargas absurdas y arbitrarias no las puede sostener ni siquiera 1% de empresarios nacionales. Démonos cuenta de que ponerles la soga al cuello a los empresarios es ponérsela al país.

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