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Hace meses escribí “Los estamos incomodando” a raíz de críticas que mi movimiento recibió por parte de líderes y medios de comunicación abiertamente izquierdistas. Pero esta semana me di cuenta de que los seguimos incomodando, y por eso a ellos les dedico esta columna.
El pasado viernes fui invitada a ‘La Mesa Ancha’, un espacio de opinión de Noticias RCN. Allí invitan a una persona diferente cada día para discutir sobre temas de coyuntura con panelistas del programa. Y van desde estudiantes, como yo, hasta políticos y académicos. Dejando esa claridad hecha, vamos a lo importante. ¿Qué sucedió?
El jueves, Rodrigo Londoño publicó un comunicado sobre la situación que vive el Catatumbo. El texto termina con la frase “No nos acabó la ultraderecha, menos el ELN”. Esto, sumado a que en el comunicado no condena la violencia cometida por las disidencias de las Farc, me generó dudas que expresé en mi intervención. Me pregunté por qué una persona que se desmovilizó usa esa frase (en plural, con el “nos”) para referirse a los enfrentamientos entre las disidencias y el ELN. Expuse, entonces, que esa frase podría generar suspicacias sobre una posible relación entre Londoño (y su partido) con las disidencias.
Nunca pensé que hacer preguntas tras leer un comunicado pudiera ser el detonante de miles de mensajes atacándome. Hubo quienes, como la periodista Cristina Nicholls -abiertamente petrista-, escribieron que mi intervención ponía en riesgo a los firmantes de la paz y a Londoño. Incluso, sugirió que deberían demandarme. Parece que no escucharon mi intervención, o no entendieron (o se hacen) que mis cuestionamientos parten del propio comunicado de él. En ningún momento hablé de los firmantes, sino de las disidencias. Quien sí los pone en riesgo, con su frase que puede interpretarse como una declaración de guerra: “No nos acabó la ultraderecha, menos el ELN”, es Londoño. Ojalá así como me exigen a mí, le exigieran a él, como autor del comunicado. Espero con ansias que Nicholls pida que demanden a Londoño por, él sí, poner en riesgo a los firmantes.
Pero reitero: ¿Desde cuándo cuestionar está mal? ¿Qué pretenden esconder?
Hay otros, como la periodista Paola Herrera -que también votó por Petro-, que pretenden que RCN censure mi opinión sencillamente porque, a su juicio, se trata de un “análisis pobre”. A ella, como a muchos más, les reluce la doble moral. Ojalá fuera igual de vehemente con los influencers del gobierno, como Levy Rincón, por ejemplo, a quien le concedió una amistosa entrevista en la que le respondió algunas preguntas. ¿Cómo es eso? ¿Él sí puede preguntar, pero yo no?
Parece que opinar se volvió un privilegio. Solo les gusta una opinión cuando viene de un progresista. A ellos no les exigen títulos académicos para escucharlos. Basta con que se alineen a su forma de pensar. Cuán diferente sería la historia si yo apoyara al gobierno.
En todo caso, no hace falta ser “experto” para cuestionar a Rodrigo Londoño. Opinar, y mejor aún, cuestionar, no es solo un derecho, sino también una obligación. Y si no les gusta, lo lamento. Los seguiremos incomodando.