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Colombia viene avanzando a paso decidido en brindar acceso a vivienda digna. En efecto, según cálculos del Ministerio de Vivienda, con base en la Gran Encuesta Integrada de Hogares, el déficit habitacional urbano se redujo de 21,8% en 2010 a 13,5% en 2021, teniendo como centro el programa Mi Casa Ya, el buque insignia de la política pública del sector durante casi una década. Por eso, recibimos con positivismo los anuncios recientes de la ministra Catalina Velasco sobre la adición presupuestal, sin duda fundamental para mantener su continuidad.
Sin embargo, no debemos olvidar que 70% del déficit habitacional es cualitativo, de ahí la necesidad de reorientar soluciones para atender esta problemática. En ese sentido, es audaz la decisión de la ministra de recoger las experiencias previas relacionadas con los mejoramientos de vivienda y enfocarlas hacia la economía popular en el marco del programa Cambia Mi Casa, que espera realizar 400.000 mejoramientos en el cuatrienio con una inversión cercana a los $4 billones, un paso significativo en esta materia.
Mejorar las condiciones de los hogares en déficit cualitativo es un acierto en términos de la política pública, que incluso ha estado respaldada por el Banco Mundial a través de asesoría técnica y recursos de crédito en 2021. Los mejoramientos de vivienda son intervenciones rápidas y se replican con relativa facilidad incrementando su capilaridad. Reducen, además, los indicadores de pobreza multidimensional mejorando significativamente la calidad de vida da las familias. De hecho, en Colombia, el Departamento de Prosperidad Social y el Pnud han adelantado iniciativas en esta materia desde 2014.
Cambia Mi Casa brinda un subsidio en especie cercano a 12 salarios mínimos a los hogares beneficiarios que permite transformaciones en sus viviendas tales como poner pisos, pintar paredes o arreglar techos, entre otras. Adicionalmente, busca involucrar de modo activo a organizaciones de la economía popular para realizar dichas intervenciones. Bajo este esquema se logra el doble beneficio de atender a hogares vulnerables y dinamizar la economía local.
En términos de financiación debemos realizar un esfuerzo que nos involucre a todos, por lo que desde la banca se propone incluso una fase posterior, con un enfoque de demanda que combine subsidio con una porción de crédito, amplificando aún más los beneficios. Ello permitiría realizar mejoramientos de mayor envergadura o subsidiar a un número mayor de familias manteniendo la restricción presupuestal del gasto público. También se generaría irrigación de crédito e inclusión financiera en más colombianos, lo que les abre las puertas a recursos del sistema bancario para necesidades futuras de consumo, educación o microemprendimiento, generando con ello una importante espiral de desarrollo.
Materializar este propósito implica trabajar de manera conjunta en su diseño operativo para convertir este programa en la solución para millones de familias colombianas que aún mantienen problemas de calidad en sus hogares y que podrán cumplir el sueño de tener una vivienda digna. No dudamos que promover los mejoramientos es promover la equidad y el sistema financiero, sin duda, está listo para acompañar estas iniciativas.