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Los datos recientes en materia de crecimiento nos hablan de una economía que transita en una progresiva senda de recuperación. El crecimiento del segundo trimestre del año bordeó 2,1% anual, cifra superior al 0,8% registrado en el primer trimestre. En particular, sectores como el de entretenimiento y servicios personales, así como el de agricultura, destacaron positivamente al expandirse a ritmos de 11,1% y 10,2%, respectivamente. Fue también de buen recibo la dinámica que exhibió el sector comercio que, tras haber permanecido en terreno negativo durante más de un año, experimentó un crecimiento de 0,2%. Aunque en otras circunstancias esta cifra podría parecer modesta, en el contexto actual indica un cambio de tendencia que luce positivo.
Además del comercio, la construcción avanzó a un ritmo de 2,4% manteniendo la tendencia favorable que se ha observado desde principios de año, explicada por el dinamismo del subsector de obras civiles, que creció un 14,4% y que, a su vez, contribuyó a compensar la caída de 2,8% en las edificaciones.
Otra de las notas positivas que dejó la publicación fue el crecimiento de 4,3% de la inversión, tras haber experimentado uno de los años más complejos en décadas. En particular, la inversión en el subcomponente de obras civiles, que vio el mayor retroceso en el periodo posterior a la pandemia, creció a un ritmo de 15%. A esto se sumó la expansión de 2,1% de la inversión en maquinaria y equipo.
Si bien este ritmo de crecimiento resulta aún inferior a los registros históricos, indica que el tejido productivo está mostrando señales inequívocas de recuperación en un contexto marcado por las decisiones de política monetaria, la transmisión de los recortes en la tasa de interés de referencia a las diferentes las modalidades de crédito y el gradual anclaje de las expectativas inflacionarias.
Con el objetivo de darle celeridad a la reactivación y alcanzar ritmos de crecimiento supriores al 1,8%, algo que hoy luce factible, será fundamental impulsar la dinámica en ramas de actividad que se mantienen en terreno negativo como la industria, las edificaciones y alojamiento, todos ellos reconocidos por sus encadenamientos y gran potencial.
La banca ha sido reiterativa respecto al compromiso que tiene con la recuperación económica, aún pese a que las condiciones macroeconómicas adversas han afectado la colocación de cartera y sus utilidades. Por ello, ha venido insistiendo en la necesidad de que tanto las autoridades como el sector se sumen al Gran Pacto por el Crédito, una estrategia que plantea el aumento de los desembolsos de crédito a los sectores mencionados que vienen mostrando un desempeño negativo, así como al agro y la economía popular. Caminar en esta dirección permitirá avanzar, con más celeridad, en el cierre de las brechas económicas y sociales que aún persisten en el país.
De alcanzar un consenso sobre la hoja de ruta y los mecanismos idóneos de reactivación, lograremos reactivar la economía y dar un mayor impulso al proceso de recuperación económica. En un contexto tan desafiante como el actual, es de exaltar el carácter imperativo de que las decisiones de política económica se construyan desde la asertividad, el dialogo y los acuerdos.