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¡Nos quedan siete años, tres meses y 19 días para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)! Parece mucho tiempo, pero se nos agota, y debemos lograr cosas tan desafiantes como aumentar a 80% los jóvenes que acceden a educación superior, universalizar del agua potable o reducir en 51% las emisiones de carbono. En total, son 169 metas agrupadas en 17 ODS las que guían el rumbo del país de aquí a 2030.
El rol de la banca es vital y determinante para lograrlas. Por esta razón, el sector financiero ha decidido dar un paso adelante, involucrándose no solo como “partner” que apalanca y financia las transformaciones necesarias para ser más sostenibles, sino como directo responsable a través de los Objetivos de Finanzas Sostenibles (OFS).
El paso de los ODS a los OFS configura la hoja de ruta del sector en materia de sostenibilidad de aquí a 2030. Son, concretamente, cuatro retos: Finanzas por el planeta, Finanzas por la equidad, Finanzas por la diversidad y Finanzas por el bienestar, cada uno con dos metas tangibles.
En el objetivo de Finanzas por el planeta, la primera meta es alcanzar un saldo de cartera verde de $140 billones para 2030, lo que significa aumentar el saldo en $121 billones en siete años para financiar la acción por el clima, un reto mayúsculo si se tiene en cuenta que al sector vivienda esa labor le tomó veinte años. Además, al final de la década, 100% de las entidades financieras del país deberán ser carbono neutral en sus emisiones directas.
En cuanto Finanzas por la equidad, la primera de las metas es cerrar la brecha de inclusión financiera entre hombres y mujeres, que hoy es de 7 puntos porcentuales (pp). La segunda meta es reducir la brecha de género en acceso a crédito de 4 pp a 2 pp. Si bien este indicador también debería ser 0, es bastante retador reducirlo a la mitad, ya que la brecha se ha venido incrementando en los últimos años, aunque se ubica por debajo de la de países como Chile (8pp) y Dinamarca (9pp).
El objetivo de Finanzas por la diversidad plantea disminuir la brecha en acceso a crédito de 10 pp a 5 pp para grupos étnicos, incluyendo indígenas, afrodescendientes, palenqueros y raizales. Adicionalmente, 100% de los migrantes regulares contarán con al menos un producto financiero en 2030, ya que en la actualidad apenas bordea 43%.
Finalmente, el OFS por el bienestar busca aumentar el porcentaje de adultos que ahorran e invierten de 42% a 71% en 2030. En otras palabras, los ‘ninis financieros’, aquellos adultos que ni ahorran ni invierten, disminuirían de 58% a 29%. También se espera que el total de estudiantes que se gradúan del bachillerato estén educados financieramente; un reto mayúsculo ya que se estima que este indicador solo llega hoy a 7%.
Estas, sin duda, son metas ambiciosas, pero no partimos de cero. El sector financiero desde hace más de una década empezó a adoptar criterios ASG. El Protocolo Verde, creado en 2012, ha movilizado capital humano y recursos para avanzar en la agenda ambiental. Se creó, además, el Protocolo Social, en el que se planteó la agenda en materia de diversidad, equidad e inclusión desde 2021; y la Junta Estratégica de Sostenibilidad desde 2022, que reúne a presidentas de los bancos del país para establecer la ruta de cumplimiento de los ODS y, desde ahora, también de los OFS. ¡Urge avanzar en todo ello!