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Hace unos días, el Dane publicó las cifras de mercado laboral de cierre del año anterior, las cuales mostraron señales mixtas. Por un lado, la tasa de desempleo a nivel nacional en diciembre se situó en 10%, lo que llevó a que, en 2023, la tasa promedio bordeara 10,2%, presentando una reducción de un punto porcentual frente a 2022 (11,2%). Por su parte, el desempleo urbano presentó una tendencia similar, al cerrar en 10,2% y promediar 10,4% el año anterior, cifra inferior a 11,4% de 2022. Otro aspecto para destacar fue la creación de empleo en lo corrido de 2023, pues promedió cerca de 756.000 empleos, siendo los sectores de alojamiento y servicios de alimentos, así como transporte y almacenamiento, los que más contribuyeron a la ocupación.
Los empresarios reconocen la importancia de la generación de empleo, incluso en ramas de actividad intensivas en capital como la financiera. Al respecto, el sector financiero, aun cuando se vio sujeto al efecto del alza en las tasas de interés y la desaceleración económica, incrementó la cantidad de ocupados en cerca de 0,8%, alcanzando así los 422.000 empleados en 2023. Mantener este nivel de ocupación, junto con el incremento de las inversiones para ofrecer más y mejores servicios, da cuenta del compromiso que tienen las entidades financieras con el bienestar de los ciudadanos.
No obstante, las cifras agregadas deben tomarse con cautela, ya que el país continuó registrando una tasa de desempleo de dos dígitos, superando así a pares regionales como México, Perú y Chile, que presentaron en 2023 tasas de 2,8%, 6,9% y 8,6% respectivamente.
Al considerar las cifras desestacionalizadas, que facilitan las comparaciones intermensuales, pudimos observar que la tasa de desempleo ha venido incrementándose desde agosto, pasando de 9,4% a 10,8% a fin de año. En sentido similar, se evidenció que en julio la cantidad de personas ocupadas alcanzó un nivel de 23,2 millones de ocupados, mientras que en diciembre se situó en 22,6 millones, mostrando así una destrucción de 600.000 empleos en el segundo semestre. Esta tendencia, aunque esperada, resulta inquietante, ya que el mercado laboral continuó mostrando signos de deterioro, en línea con el proceso de desaceleración económica por el que atraviesa el país.
Las perspectivas para el presente año no son del todo alentadoras en la medida en que la economía, aunque se prevé que se recupere, lo hará de manera muy gradual, impidiendo así que las tendencias que viene mostrando el mercado laboral se reviertan con celeridad. Lo anterior representa uno de los mayores retos para el país, puesto que, de materializarse esas expectativas, no solo retrocederíamos respecto a los avances realizados en el periodo posterior a la pandemia, sino que también supondría una fuente de inestabilidad social y un menor impulso a la dinámica del consumo de los hogares.
Frente a este desafío, los recortes a la tasa de interés por parte del Banco de la República, que se darán a lo largo del año, sin duda alguna contribuirán a generar más empleo en sectores intensivos en mano de obra como el comercio, atenuando así las expectativas de deterioro. No obstante, se requerirán políticas contracíclicas que acompañen el trabajo del emisor, dirigidas a sectores fundamentales para la economía, como la construcción y la industria, que se han visto sensiblemente afectados por el complejo contexto macroeconómico.
Asimismo, será fundamental que tanto las autoridades como el sector privado continúen trabajando por construir consensos respecto a una reforma al código sustantivo del trabajo que pueda adaptar el marco normativo a retos como los que supone la disrupción tecnológica y facilite la vinculación de más trabajadores al mercado laboral, especialmente de grupos vulnerables como las mujeres y los jóvenes.