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El término “déficits gemelos”, utilizado frecuentemente por los economistas, alude a la presencia simultánea de un déficit fiscal y uno en Cuenta Corriente (CC) en una economía. La literatura, además de haber establecido que estos están relacionados, sugiere que cuando son elevados, aumentan las vulnerabilidades macroeconómicas que, ante choques económicos, pueden dar lugar a la salida de capitales, una contracción de la inversión y un menor crecimiento.
En los últimos años, la economía local se ha caracterizado por presentar elevados déficits gemelos, especialmente en periodos como el que siguió a la caída de los términos de intercambio a mitad de la anterior década y en 2021, año marcado por la recuperación de la demanda agregada y el impulso de la política monetaria y fiscal para hacer frente a los efectos de la pandemia. Pese a lo anterior, los importantes niveles de inversión extranjera directa y el régimen de tasa flexible han atenuado los efectos negativos de estos sobre la economía del país.
El análisis de estos dos déficits permite destacar, de forma positiva, que el ajuste ha continuado su curso. En el frente fiscal, la reducción del gasto que ha tenido lugar después de la crisis económica de 2020, aunada a los mayores ingresos tributarios, se espera permitan, en línea con las estimaciones del Gobierno, que el déficit del Gobierno Nacional alcance 4,3% del PIB, cifra inferior a la observada en 2022 (5,3% del PIB).
Entretanto, el desbalance externo también ha seguido corrigiéndose desde el tercer trimestre de 2022, periodo en el que se incrementó hasta 7,0% del PIB, hasta bordear en el segundo trimestre del año en curso 3,0% del PIB. De esa manera, para el total del año se estima que el déficit en CC no supere 3,5% del PIB, nivel menor al elevado registro de 2022 (6,3% del PIB).
Las correcciones mencionadas, aunque necesarias para reducir las brechas del país frente a otros pares emergentes, son parciales y explicadas principalmente por el menor ritmo de la economía y la apreciación del peso colombiano, no como resultado de mayores esfuerzos para diversificar la oferta exportadora e insertar nuestros bienes y servicios en las cadenas globales de valor.
Asimismo, es importante señalar que la sostenibilidad de las finanzas públicas, pese al compromiso de las autoridades para cumplir con las metas establecidas por la regla fiscal, seguirá sujeta al cumplimiento de supuestos como el incremento de los precios a los combustibles, la generación de ingresos adicionales por efecto de la solución de litigios y la lucha contra la evasión.
Los retos en el frente externo y fiscal, como sabemos, son de gran calado. De no hacerles frente de manera efectiva, continuarán generando riesgos para la estabilidad macroeconómica y el desarrollo del país. Por ello, a la continuidad de las políticas que busquen el equilibrio fiscal, sin detrimento de la actividad de las empresas y el ahorro, se deberán tener en cuenta recomendaciones de análisis como las de la Misión de Internacionalización en aras de diversificar nuestra oferta exportadora, generar condiciones propicias para la atracción de inversión e impulsar la competitividad a través de avances en infraestructura y capital humano. La hoja de ruta de la política económica debe estar así encaminada a que el “poder” de estos gemelos no fantásticos --parodiando aquella mítica frase del comic DC--, se active, pero en forma de sostenibilidad y estabilidad macrofinanciera.