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Hace 17 años, 14 millones de colombianos tenían acceso a productos financieros, mientras que hoy esa cifra bordea los 36 millones. Los últimos registros de Banca de las Oportunidades muestran que, en el mismo periodo, el sistema financiero ha incluido a más de 20 millones de colombianos. Mejor aún, no solo más colombianos tienen productos financieros, sino que los utilizan con mayor frecuencia. En efecto, el indicador de actividad muestra que cuatro de cada cinco colombianos adultos usan habitualmente sus instrumentos financieros.
Estos avances son fruto de la innovación del sector bancario, la cual permitió la masificación de uno de los productos digitales con mayor impacto en la inclusión financiera, como los son los Depósitos de Bajo Monto (DBM). Al respecto, cabe mencionar que, tan solo en los últimos tres años, 10 millones de personas abrieron un DBM por primera vez y que, gracias a estos, actualmente más de 27 millones de personas pueden efectuar sus transferencias en minutos. A su vez, estos han sido una herramienta efectiva para incluir a los adultos más jóvenes, pues a la fecha, 87% tiene al menos un DBM.
Si bien en términos de acceso y uso las cifras son alentadoras, el verdadero reto que enfrenta el país es el acceso al crédito. La profundización financiera, entendida como la relación entre el saldo de cartera y el PIB, ha mostrado una caída de cerca de cuatro puntos porcentuales en los últimos cuatro años. En particular, mientras que en 2019 este indicador bordeaba 50%, en 2023 se redujo a 46%.
Este desafío no distingue entre personas y empresas, pues ambos segmentos enfrentan barreras significativas. En el caso de las personas, el acceso al crédito ha disminuido de 40,1% en 2018 a 35,3% en 2023. En sentido similar, en el caso de las empresas nacientes y aquellas en el sector servicios, el acceso al crédito pasó de 30,1% hace cinco años a 26,1% el año pasado.
Debe considerarse, sin embargo, que el indicador de acceso a crédito puede estar subestimado, en la medida en que, pese a que los bancos siguen siendo los principales colocadores de crédito, existen otras fuentes formales de financiamiento disponibles, como, por ejemplo, los créditos que otorgan los retailers y las fintech. Además, el indicador no toma en cuenta a las personas que alguna vez tuvieron un crédito, pero no lo tienen actualmente. Pese a estas necesarias salvedades, debemos reconocer los retos que se nos presentan, pues el impulso a la dinámica de la inversión y el consumo por medio del crédito resulta fundamental en el marco del proceso de recuperación económica.
Para seguir impulsando dicho proceso y la productividad de nuestro tejido empresarial, el sector financiero se ha propuesto redoblar sus esfuerzos para aumentar la profundización del crédito. Por esto, ha propuesto un Pacto por el Crédito como una estrategia integral diseñada para incrementar en 10% las carteras en sectores de interés como el agropecuario, manufacturero y turismo a 2025, lo que significa colocar recursos cercanos a $8,1 billones. Tengo la convicción de que, por medio de esta iniciativa, que se fundamenta en una sólida alianza entre el sector público y privado, alcanzaremos los objetivos trazados y contribuiremos a mejorar el bienestar de la población.