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El consumo de espacios noticiosos en nuestro país ha tenido en los últimos dos meses un sabor a crisis. Se trata de una crisis que, de forma inquietante, se trifurca en tres dimensiones: ecológica, social y productiva. Un escenario enrarecido que permite que hoy, desde el sector financiero, se haga un llamado de urgencia a tomar acciones para enfrentarla y que, por supuesto, la banca asume con liderazgo.
Para empezar, la crisis ecológica se manifiesta de dos maneras. Por un lado, durante lo corrido de este año, 243 municipios han experimentado escasez de agua, cifra que representa el 22% de los municipios de Colombia. Por otro lado, en lo corrido de 2024 se han registrado 1.511 incendios forestales, el equivalente a una docena de incendios diarios. Esta no es una elucubración teórica o un eslogan, ¡es una realidad!
Esta realidad se agrava desde el punto de vista social. Para poner de presente solo un ejemplo, el año pasado el 1.4% de los niños menores de 5 años de este país murió, mientras que la mortalidad infantil en primera infancia promedio de la OCDE bordeó 0.6%, y en Chile 0.7%.
Esta cifra es alarmante: por cada niño que se muere en Chile, fallecen dos en Colombia. Debo anotar que el agregado nacional esconde una profunda asimetría regional, ya que mientras en departamentos como Santander el nivel es cercano a 0.8%, en Guainía la cifra se aproxima a 4%, un nivel equiparable al de países de África Subsahariana.
A nivel productivo, el indicador más preocupante es la caída de la inversión, que en 2023 fue de 25%. Aunque es cierto que nos encontramos en un proceso de recuperación económica, la caída de la formación bruta de capital sigue siendo alarmante, pues su participación dentro de la demanda agregada apenas alcanzó 15%. Este dato ilustra enormes desafíos, pues de acuerdo con Fedesarrollo, este nivel llevaría a que el crecimiento económico gravite entre 2.0% y 2,5% en el largo plazo. Si, por otro lado, la tasa de inversión respecto al PIB bordeara el 30%, el crecimiento potencial de Colombia estaría entre 4.0% y 4,5%.
Para dar un sentido de magnitud a estas cifras, cabe anotar que, si la producción colombiana creciera a ritmos de 2% anual, alcanzaría el PIB per cápita de España en 40 años, mientras que si lo hiciera al 4.5%, podríamos igualar ese nivel en tan solo 20 años.
Ante esta realidad, el sector productivo y la banca reconoce que su llamado de urgencia es a la restauración y, para ello, ha planteado una hoja de ruta para alcanzar los Objetivos de Finanzas Sostenibles (OFS). En línea con estos objetivos, hoy podemos decir que el sector ha logrado generar inversiones por $40 billones para la restauración del tejido social, dirigida a población subatendida; 29 billones en restauración productiva sostenible, es decir, para el financiamiento de proyectos de la construcción y movilidad sostenible, así como para la transición energética; y $3 billones para la restauración ecológica, es decir, en la financiación de biodiversidad y adaptación.
Estos avances, aunque destacables, son insuficientes, y por ello la banca pretende ir más allá de las metas trazadas. Por ello, pese a que la cartera sostenible acumuló un saldo total de $72 billones a 2023, el objetivo no es otro que lograr que el total de la cartera, ¡el total!, sea sostenible, siendo esta la regla y no la excepción.