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Han transcurrido apenas 44 días de 2025, pero el volumen de noticias de alto impacto ya compite con el de un año completo. Desde la irrupción de la inteligencia artificial china, DeepSeek, y su impacto en los mercados de renta variable, hasta cambios en la política arancelaria de EE.UU. y conflictos internacionales, el mundo vive un periodo de incertidumbre.
Uno de los eventos más impactantes ocurrió el 27 de enero, cuando la valoración de Nvidia cayó en más de us$560.000 millones tras el lanzamiento de DeepSeek, que consume menos de 20% de tarjetas gráficas que, por ejemplo, ChatGPT. Esta caída histórica evidenció la velocidad con la que la tecnología redefine los mercados financieros.
Otro fenómeno relevante ha sido la política arancelaria estadounidense. Con el aumento de los aranceles sobre productos chinos y materiales como el acero y el aluminio, la tasa promedio pasó de 3,5% a 6%, revirtiendo décadas de liberalización comercial. Estos cambios han generado incertidumbre en los mercados y han obligado a los países emergentes a reaccionar con cautela.
Colombia ha desafiado las expectativas con indicadores financieros resilientes. Mientras el riesgo país en la región aumentó de manera notable, en Colombia solo subió dos puntos básicos, manteniéndose estable. Además, la apreciación del peso lo ha convertido en la segunda moneda más valorizada del año, después del rublo ruso.
El país también ha registrado el mayor crecimiento en confianza del consumidor en América Latina, según Ipsos y Fedesarrollo. En el mercado de renta variable, las valorizaciones han superado a economías como Brasil y Chile, destacando la fortaleza del sistema financiero colombiano.
Este desempeño se debe a la estabilidad institucional. La coordinación entre el Banco de la República, el Ministerio de Hacienda y la Superintendencia Financiera, con el respaldo de Fogafín y el Comité Autónomo de la Regla Fiscal, ha sido clave para anclar la economía en tiempos de incertidumbre.
De cara a 2025, hay tres retos claros. El primero será la recuperación del crecimiento del crédito, tras dos años de caída en términos reales, lo cual es fundamental. La disminución de la profundización financiera debe revertirse con una meta de cartera real de $818 billones, sin afectar la experiencia del cliente ni la solidez del sistema financiero.
En segundo lugar, la transformación digital jugará un papel clave en este proceso, pues la implementación de Bre-B será un desafío clave. Esta nueva solución de pagos del Banco de la República, que permitirá transferencias en tiempo real entre entidades financieras, exigirá a los tesoreros una gestión más dinámica de los flujos de pagos y liquidez.
El tercero, la implementación del Cfen y el Rtilb consolidará la convergencia de Colombia a los estándares internacionales de Basilea III, garantizando la solidez del sistema financiero. Este proceso fortalecerá la estabilidad y reducirá riesgos, asegurando que el crecimiento del crédito ocurra sin comprometer la resiliencia del sector.
Colombia enfrenta un año desafiante, pero su institucionalidad y solidez la posicionan como un caso excepcional. En tiempos de incertidumbre, su resiliencia es una ventaja competitiva que protege nuestros mercados y sienta las bases para un crecimiento sostenido.