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Analistas 20/12/2023

Aumento del salario mínimo 2024: impacto silencioso en las tarifas de energía

Jorge Enrique Sáenz Castro
Asesor del DNP y profesor Esap

En el contexto de las actuales deliberaciones sobre el probable aumento del salario mínimo para 2024 y las demandas de porcentajes equitativos por parte de los negociadores, resulta imperativo destacar la importancia de evaluar detenidamente el impacto que este ajuste salarial podría generar en los costos de los servicios públicos.

La fijación del salario mínimo no solo es un tema salarial en sí mismo, sino que también tiene ramificaciones significativas en otros aspectos de la economía. El efecto dominó que puede tener sobre los costos de servicios esenciales, particularmente en las tarifas de energía eléctrica, merece una consideración más profunda y una evaluación exhaustiva de las posibles implicaciones para los ciudadanos y la estabilidad económica del país. Es crucial abordar este tema con un enfoque holístico que contemple las interconexiones entre la política salarial y la asequibilidad de los servicios públicos, asegurando así un equilibrio justo y sostenible para todos los sectores de la sociedad colombiana.

Las tarifas de los servicios públicos domiciliarios, en especial las de energía eléctrica, han emergido como un factor esencial que impacta directamente la calidad de vida de los ciudadanos. La inquietud creciente por el constante aumento de estas tarifas está respaldada por estadísticas del Ministerio de Minas y Energía, que revelan un incremento de 15% en el precio por kilovatio hora (kWh) en los últimos cinco años. Analizar el impacto de estas tarifas en la economía familiar es crucial, considerando que, según la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios (Sspd, 2019), los hogares colombianos destinan aproximadamente 20% de sus ingresos mensuales totales a los servicios públicos.

Este dato destaca que una parte significativa del presupuesto familiar se destina a cubrir los costos de servicios básicos, lo que puede generar desequilibrios financieros y limitar la capacidad de ahorro. La situación se agrava para los hogares vulnerables, como señala el informe de la Universidad del Rosario y la Secretaría Distrital de Planeación, donde se evidencia que las familias más pobres de Bogotá destinan 10,1% de sus ingresos totales al pago de servicios públicos, afectando su acceso a necesidades básicas como alimentación, educación y salud.

El proceso para establecer la tarifa de costo de energía en Colombia se caracteriza por su inherente complejidad, ya que abarca una interacción de múltiples elementos y factores. A pesar de que la resolución Número 199 de 2007 de la Creg busca primordialmente asegurar que las divulgaciones de las tarifas sean accesibles y comprensibles para los consumidores finales, desafortunadamente, esta meta no siempre se refleja en la metodología utilizada para determinar los costos de la tarifa de energía.

La fórmula tarifaria, configurada por la compleja interacción de sus seis componentes, enfrenta desafíos persistentes. La falta de transparencia en la metodología de cálculo, en particular la omisión en la divulgación mensual de costos máximos, restringe la participación de los usuarios y genera lagunas en los datos. Además, la complejidad intrínseca de la fórmula, que abarca más de 100 ecuaciones en áreas clave como costos de generación, transmisión, comercialización, distribución, pérdidas y restricciones, todas indexadas con el IPC y el IPP, ha suscitado debates sobre su impacto real.

Desde el comienzo de 2021, los precios de la energía han experimentado un aumento excepcional, atribuido a la indexación del Índice de Precios de Productor (IPP). En paralelo, los contratos de compra bilateral han registrado un notorio incremento, alcanzando un crecimiento de 33,2% para finales de 2022, marcando un fuerte contraste con el modesto 4,7% observado entre 2018 y 2019, según lo señala Acosta en su informe de 2022.

Este incremento en los contratos no solo ha repercutido en la industria energética, sino que también ha ejercido un impacto directo en los precios de la energía a nivel nacional. Si bien históricamente el Índice de Precios de Productor (IPP) se mantenía por debajo del Índice de Precios al Consumidor (IPC), en la actualidad, esta dinámica ha cambiado, generando una significativa influencia en el precio final de la tarifa de energía, como se evidencia en los análisis realizados a continuación.

En la gráfica inferior, se aprecia claramente el pronunciado incremento en los precios de la energía en Colombia desde 2021, y esta tendencia alcista se atribuye principalmente a la innovadora metodología de indexar el Índice de Precios al Productor (IPP). La actualización en el cálculo del IPP abarca costos de diversos sectores, incluyendo la manufactura, según indica Amylkar Acosta (2022).

No obstante, esta alza en los precios de la energía plantea un desafío, ya que el IPC, utilizado como referencia para determinar el aumento del salario mínimo en Colombia, refleja el costo de vida. Al comparar el IPC y el IPP, se observa que la tarifa de la energía ha experimentado un aumento anual más significativo que el incremento en los ingresos de las personas.

Un análisis de Anderson Arenas (2020) proporciona una perspectiva esclarecedora al examinar el cambio porcentual año tras año desde 1998 hasta 2018. Los resultados indican que, durante ese período, la tarifa de la energía eléctrica experimentó un aumento promedio de 1,3%, mientras que el salario mínimo solo mostró un incremento de 1,1% (página 55).

Este escenario plantea desafíos significativos en el sector energético, dado el aumento inusual en los precios que impacta a los consumidores y la estabilidad económica. La creciente dependencia de contratos de compra bilateral y la volatilidad en los precios subrayan la urgencia de ajustar estrategias regulatorias para garantizar oferta estable y precios razonables. Es crucial analizar los factores detrás del aumento de precios y evaluar su impacto en los diversos actores del mercado energético. La toma de medidas proactivas y eficientes, en colaboración entre autoridades y la industria, es esencial para abordar los desafíos presentes y futuros de manera equitativa.

Por lo tanto, ingresar a las discusiones sobre el aumento del salario mínimo para el próximo año se torna necesario, considerando el impacto que tendría en el costo unitario de las tarifas de servicios públicos, especialmente en las de energía. Este incremento está directamente vinculado al Índice de Precios al Consumidor (IPC) y al Índice de Precios al Productor (IPP), que, como ya hemos observado, afecta el precio de la electricidad y, por ende, repercute en la calidad de vida de los hogares. Es esencial analizar detenidamente cómo estos factores interrelacionados pueden influir en el equilibrio entre el acceso a servicios esenciales y la sostenibilidad económica de las familias colombianas.

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