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Cuando abre Kindle, tiene acceso a cientos de miles de títulos de la literatura universal. Comprenderá por qué releer a los clásicos y novedades, directas a su móvil. Netflix y Disney video le dan acceso, por vez primera, a producciones de Finlandia, Corea del Sur, Suecia, China, India, Turquía y Europa Central; escucha idiomas, conoce nuevas formas de narrar y contar historias. Spotify, Tidal y Claro Música lo rencuentran con el catálogo universal de la música y novedades. Un rescate arqueológico sonoro.
Didi y Uber le permiten transportarse al trabajo, al médico, la escuela o al museo. Instagram le obsequia el espacio para la observación gozosa y la mirada culposa. Con Facebook encuentra amigos, se informa y mantiene cerca a la familia. Con Google entra a la Sociedad de la Información y el Conocimiento. Por medio de Zoom, Teams, Meet y otras apps accede a las clases de sus hijos, mantiene su trabajo y es competitivo.
Vía WhatsApp muchos ciudadanos reclamaron su vida, bajo los escombros, cuando fue el terremoto en México. En Twitter ejercemos con furia nuestra libertad de expresión y fortalecemos nuestras instituciones democráticas. Cuando usted usa estas plataformas, ejerce su derecho a la información, libertad de expresión, acceso a la cultura, a la educación, a la salud, a la información pública y al libre tránsito.
¿Es la primera vez que presenciamos un escenario de poder político y económico con los medios? No. Tenemos ejemplos y razones.
La prensa y su poder económico en el mundo. La prensa fue la primera y William Randolph Hearst su hijo más dilecto. Acumuló poder político y económico en EUA. Creó la prensa amarillista, participó de los conflictos entre Cuba y EUA, así como con Estados Unidos y México. Intentó ser político y su imagen se representó en el ciudadano Kane de Orson Wells. Fue acusado de xenófobo, pronazi y fue famosa su máxima “I make news”. La prensa es cercana al poder político y económico.
La radio y la TV. Con los grupos radiofónicos nace un nuevo poder en el mundo. En 1996 comenzó la consolidación de la TV norteamericana y la privatización de la TV pública en Europa. Con ello, la TV sustituyó el poder de la radio y la prensa, consolidando en distintas geografías su poder político. Globo en Brasil, Televisa en México, RCN y Caracol en Colombia, Clarín en Argentina. Fox en Australia, EUA e Inglaterra y Berlusconi pasando de empresario a Primer Ministro.
Las empresas de telecomunicaciones. Después del éxito de 3G, donde pagaban toneladas de dólares por el espectro, los gobiernos ahora las limitan con regulación. Han perdido servicios, ingresos y es fácil exigirles financiamiento para todo. De su poder no queda mucho.
Las plataformas de internet. Son hijas de 4G. Un ancho de banda poderoso transportó la economía del cómputo fijo a una economía móvil. Las redes se volvieron mercados globales.
Son sexys, ofrecen nuevos servicios y preocupan a los gobiernos. De Europa a EUA, de ahí a China. Baidu, Tencent y WeChat son investigadas por competencia económica en China. Google, Facebook, Apple y Amazon tienen multas por la misma razón en Europa y audiencias en el Senado norteamericano.
El dilema. ¿Matar la innovación o la selva digital? ¿Se deben regular las plataformas digitales que ofrecen servicios en Internet? Sí. El reto, ¿Cómo y qué? Europa sobrerregulada, carece de innovación digital. EUA liberal, tiene innovación y cuasi monopolios. China ni liberal ni restrictiva, pero innova como política de Estado.
Sostengo que regular es innovar, generar nuevos productos, servicios y habilitar más derechos fundamentales.
Pagar impuestos, proteger datos, al consumidor, la competencia y la propiedad intelectual, son apenas el principio de un diálogo conversado para producir nueva regulación, donde no se repita la destrucción hecha al sector de las telecomunicaciones. La innovación, es el principio del bienestar público.