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Durante su primer periodo, al presidente Trump le tocó enfrentar el nacimiento de 5G, la acelerada transformación digital derivada de la pandemia y la primera guerra geopolítica derivada de la desconfianza digital entre Europa, EUA y China. Aproximarse a Donald Trump es tanto un ejercicio político como una acción de adaptación biológica. Las preguntas ahora son distintas, el escenario es otro, pero la dicotomía prevalecerá: palo y abrazo.
El antecedente. El primer periodo de Trump inició mal con la industria digital. A poco de iniciar, le renunciaron los CEO de las empresas digitales a su consejo de negocios.
Trump ve que el problema con China será el dominio de las cadenas de valor derivado de la tecnología 5G. Emite una política de retorno de capitales de empresas digitales, las fortalece y vía la FCC, busca liderar 5G. El presidente de la FCC, Ajit Pai, anuncia su apoyo a la fusión de Sprint con T-Mobile que consolida tres grupos telecom. Trump firma un decreto que prohíbe el uso de tecnología de telecomunicaciones elaborada por empresas que son “un riesgo para la seguridad nacional”, las chinas.
El escenario actual
Europa. Tiene ocho años de regulación intensa, sostenida y considerada una agresión al mundo digital norteamericano, en materia fiscal, derechos digitales, privacidad, prensa, mercados y servicios digitales, protección al consumidor e Inteligencia Artificial. Busca inversión de EUA en procesadores, cómputo, Inteligencia Artificial y financiamiento a sus startups. Una mezcla perversa de incentivos. También ha prohibido la tecnología China en su despliegue de Telecomunicaciones.
China. Ante la cancelación al acceso de procesadores norteamericanos de última generación, ha tenido que fortalecer su industria de procesadores y generar históricas inversiones en i desarrollo tecnológico. Investigar, diseñar procesadores, maquilarlos y ponerlos en el mercado es el reto para no quedar en desventaja tecnológica respecto de EUA y demostrar su competitividad en inteligencia artificial, telecomunicaciones, equipos de cómputo y smartphones.
EUA. Lanzó una poderosa ley de ciencia, tecnología y chips y trae sus maquiladoras de semiconductores de Asia a Austin, Arizona y México.
Las preguntas son: ¿Trump será bueno para el ecosistema digital? ¿Apoyará las empresas digitales? Sí y no. Depende del enfoque.
No. Trump espera una revancha contra las Big Tech, por lo que considera un abuso en el control de la libertad de expresión. Ha designado a Brendan Carr para dirigir la FCC, un enamorado de las Telecomunicaciones y acérrimo crítico de las grandes tecnológicas: “Debemos desmantelar el cartel de la censura (Big Tech) y restaurar el derecho a la libertad de expresión”, declaró Carr.
Sí. JD Vance, vicepresidente de EUA, está asociado a algunos de los más importantes financieros de la tecnología digital: Steve Case (AOL-Time), Marc Andreessen (Netscape), Eric Schmidt (Google) y Peter Thiel (PayPal). Ya tienen a Elon Musk y Vivek Ramaswamy, que liderarán el departamento de eficiencia gubernamental: “Esperamos reducciones masivas, ciertas agencias serán eliminadas” y “mucha burocracia es menos innovación”.
Vance y Trump van apoyar a sus telcos, e intervenir severamente en la relación libertad de expresión y Big Tech, pero incorporarán más presión a la desregulación del sector digital y garantizar el liderazgo digital global norteamericano. Palo y abrazo.