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Se demoró demasiado el presidente Petro en darse cuenta de lo inconveniente que resultó nombrar a una persona de confianza, pero sin experiencia, en el cargo de Alto Comisionado de Paz. Otros gobiernos tuvieron comisionados de diferentes perfiles, se recuerda con buenos resultados a Frank Pearl o a Sergio Jaramillo. Es la primera vez que un gobierno desperdicia más de 15 meses con un personaje que más parecía una caricatura.
Los roces entre Rueda y Otty Patiño resultaron imposibles de superar. Siempre se conoció al saliente comisionado como “palo en la”. Las cosas se pusieron feas con el infortunado secuestro del padre de Luis Díaz. Quedó en evidencia que había una completa descoordinación entre el Alto Comisionado y otros despachos del gobierno. Peor que eso, dentro de la misma oficina que dirigía Rueda había una feria del codazo, peleas y divisiones en su equipo que nunca pudo organizar. De hecho, Rueda no cuenta con amplia experiencia en temas de negociación con grupos ilegales, ni con experiencia en ser un verdadero líder de un equipo. No se enteró nunca de cómo es ser jefe de alguien. Creyó que su amistad con Petro y la cercanía con Casa de Nariño lo tenían suficientemente cubierto.
La realidad es que el desarrollo de los sucesos progresivamente terminó poniéndolo en un espacio de exposición donde rápidamente los que cubren estos temas por parte de los medios se dieron cuenta de su incapacidad. Múltiples contradicciones y declaraciones destempladas se convirtieron en pan de todos los días en las ruedas de prensa. Algunos colegas dejaron de buscarlo. Al parecer vivía en su propio mundo imaginario, similar a lo que le ocurre a diario al presidente, lejos de la realidad. Un cargo como esos requiere alta dosis de ingeniería, planificación de estrategia y especialmente un adecuado manejo de las comunicaciones. No se le puede pedir peras al olmo, cuando en todo el gobierno sufren de esa problemática. Muchos ministros y altos funcionarios creen que con las publicaciones en redes sociales es suficiente. Los jefes de prensa viven pensando en numerales y videos para publicar. Olvidan que una gran proporción de colombianos todavía se informa por los medios tradicionales.
Viene un duro reto para el exguerrillero Patiño. A mi juicio, especialmente por que estuvo en un grupo de esos y conoce como piensan los terroristas, debe endurecer el discurso y establecer unas líneas rojas explícitas. Si quieren avanzar en algún tipo de paz con grupos al margen de la ley necesitan entender que siendo buena gente y blando con ese tipo de personas no se logran grandes resultados. La sociedad entera está cansada de tener que convivir por décadas con estos nefastos individuos. La mitad o más de los colombianos no digieren todavía los acuerdos del Teatro Colón con la antigua guerrilla de las cuatro letras. Con esta otra guerrilla de las tres letras la negociación es mucho más difícil. Varias veces en Venezuela, Alemania, México y otras locaciones se ha intentado y siempre se paran de la mesa. La primera situación que debe desaparecer es el secuestro. El gobierno no puede tolerar esa actividad que va en contra del Derecho Internacional Humanitario. Se demoraron en remover a Rueda ojalá que Patiño tenga mejor suerte.