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Finaliza en Glasgow en las próximas horas, la sonada COP26, el vigésimo sexto período de sesiones de la Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Al comienzo de la cumbre al menos 33 países anunciaron sus nuevos compromisos. De nuestra región Brasil y Argentina se sumaron a la voluntad de India, que resulta ser el cuarto mayor emisor mundial, a comprometerse a ser carbono-neutrales para al año 2070. Colombia se presentó como lo que somos: una víctima de la situación, un país que debe ser protegido por los temas de biodiversidad.
Expertos técnicos y activistas han denunciado, basados en filtraciones del documento definitivo, que se está negociando todavía, que las metas son muy agresivas, pero no hay la suficiente voluntad de algunas naciones. No hay mecanismos vinculantes que obliguen a lograr los resultados, especialmente los de muy corto plazo. Hace cinco años, cuando se logró firmar el acuerdo de París en la COP21, hubo una proyección para finales de 2022, y otra serie de metas a 2030. Con el consumo de energía eléctrica que supuso la acelerada digitalización y conexión de todas las economías durante la pandemia por el covid 19, los cálculos se desviaron significativamente. No se le puede atribuir todo el efecto al consumo intensivo de energía que supone tener prendido y conectado a miles de millones de hogares y empresas a internet de manera continua.
Lo que pasa es que con la inminente llegada de la tecnología 5G, tendremos la expansión de Internet de las Cosas, es decir un consumo de energía eléctrica que solamente tiende a crecer. Otras tecnologías y formas de energía también crecerán, mientras los avances de energías alternativas y combustibles amigables con el medio ambiente van a otra velocidad. Por más investigación y desarrollo que se haga en los próximos años, las metas son inalcanzables según algunos académicos.
Estados Unidos y China, protagonistas por el tamaño de sus economías, deberán seguir siendo quienes lideren la ejecución de las ambiciosas metas. Los cuatro años de administración Trump, frenaron muchas iniciativas. En Paris todo el planeta se puso de acuerdo en mantener la temperatura con un aumento por debajo de +2°C, pero la realidad actual habla de una cifra exacta como meta: +1,5°C. Desde el punto de vista científico, superar el nivel de +1,5°C puede llevar en el mediano y largo plazo a fenómenos devastadores como tormentas continuas, inundaciones agresivas y veranos mortales para millones de seres humanos. Se estima que algunos de esos daños serían irreversibles.
Con el documento definitivo los nuevos compromisos de las naciones de recortar emisiones de carbono tendrían un efecto mínimo sobre el calentamiento global. Los cálculos de la ONU hablan de una proyección de +2,7°C, y en el mejor de los escenarios llegaríamos a +2,1°C, muy lejos del deseable +1,5°C. Esto se resume en que los países deben reducir sus emisiones a un ritmo siete veces más rápido de lo que están haciendo para alcanzar el objetivo del Acuerdo de París. En mi opinión un gran fiasco al que la humanidad le ha dedicado un cuarto de siglo y no ha logrado comprometer lo mínimo importante. En manos de estos mandatarios seguiremos esperando cuándo vamos a hervir todos.