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Analistas 31/03/2023

El ser es, el no ser no es

Lo que empieza mal termina mal, del afán no queda sino el cansancio y no por madrugar más sale el sol más temprano. Las cosas son como son. Mejor dicho si nos remitimos al filósofo de la Grecia antigua, Parménides de Elea: “El ser es, el no ser no es”. La elaboración lógica de la idea ha desarrollado importantes avances en la ciencia, especialmente cuando se deben definir elementos u objetos de un conjunto o espacio. Miremos un ejemplo, en el caso de la reforma a la salud que no fue.

Realmente estamos viviendo el proceso de aborto de dicho texto. La reforma a la salud que pretendía el gobierno nunca nació. El país ha vivido el camino con dolor, angustia, impaciencia, intolerancia y demasiada ideología.

Los párrafos están llenos de teoría que es de muy difícil aplicación y depende enormemente de la interpretación de ciertas partes para que se puedan lograr esos objetivos que pueden ser loables. Ni siquiera tienen los detalles de los decretos que reglamentarían los significativos cambios propuestos. Esto quiere decir que no sabrían cómo ejecutarlo, no tienen clara la financiación, ya que no hay claridad en el tema de los sobrecostos que aumentarían en el sistema de salud.

Los tres partidos que esta semana le dieron la estocada final al proyecto fueron Liberal, Conservador y La U quienes fabricaron la trampa y el gobierno, por necesidad, inocentemente cayó en el juego político lleno de laberintos y vericuetos. Desde el principio algunos congresistas sabían lo que iba a pasar. Las formas de destruir un proyecto son muchas, pero tal vez la más elegante es pedir que se incluyan unas proposiciones para “ajustar” el texto.

Este mecanismo actúa como un virus que se expande por todo el cuerpo de la iniciativa, luego el paciente enferma y eventualmente fallece al comenzar a apartarse dramáticamente de la idea original. Lo extraño es que el presidente Petro, que fue un exitoso senador por varios períodos no viera venir el búmeran. El equipo técnico del Ministerio de Salud no incluyó nada de lo que le propusieron los dirigentes.

Cambió el orden de algunos párrafos, metió adjetivos, adverbios y muchas frases que rellenaron las decenas de hojas sin un cambio sustancial. Para ser justos en el análisis, los partidos habían advertido que apoyarían la eventual reforma a la salud si veían incluidos los cambios en el texto original presentado por Corcho. En ese sentido fueron coherentes con su advertencia, que la ministra menospreció.

Un alto funcionario del gobierno confesó que la reforma se suicidó desde la creación del texto, en medio de una arrogancia infinita de la designada médica. “Es que ella no oye a nadie, y cree que el texto va a salir como ella lo puso originalmente, mágicamente, de la nada.” Un gran error de cualquier profesional, en cualquier campo, es pretender que en el mundo actual las cosas sucedan por férrea voluntad, sin tener en cuenta a los equipos y a las poblaciones que se van a ver afectadas o beneficiadas.

En alguna de las publicaciones de este mismo espacio habíamos referenciado que Corcho se ganó el apodo en el sector de “La Doctora Muerte”. El apodo califica perfecto al texto de la reforma que tercamente, sin dialogar con la sociedad, intentó hacer aprobar a los trancazos. El no ser no fue.

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