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Jack Kevorkian fue un médico estadounidense apodado “Doctor Muerte” porque en parte de su carrera defendió de manera decidida la eutanasia. Kevorkian participó en la eutanasia de al menos 130 pacientes terminales. Desarrolló la “máquina del suicidio” que permitía a los pacientes inyectarse por sí mimos una dosis letal de cloruro y potasio.
En Colombia ha venido creciendo en protagonismo la arrogante y peligrosamente decidida ministra de Salud, Carolina Corcho. Conoce muy bien los problemas del sector ya que cuenta con amplia experiencia en diferentes posiciones relevantes. Se normalizó dentro de las partes interesadas su nuevo apodo: “La Doctora Muerte”. Un apodo que no tiene que ver con la eutanasia. Tiene que ver con la inminente muerte del sistema actual, por una reforma de la que no se conoce un texto definitivo. Lo grave es que no solo van a morir las EPS, por ejemplo, sino que en el camino podrían morir miles de pacientes también.
Lo que dice Corcho es que la reforma busca un reconocimiento y profesionalización de médicos y enfermeras. Pretende un modelo de salud preventivo, predictivo y resolutivo. Quiere un fortalecimiento de la red hospitalaria pública con cambios dramáticos en las EPS. El diablo está en los detalles. Las ideas globales pueden ser loables, la implementación tiene pinta de desastre. Crea fondos locales aprobadores de cuentas en salud para que Adres nacional no pueda pagar sin su autorización.
Estos engendros regionales frenarán la llegada de recursos a clínicas y hospitales. La contratación deberá hacerse localmente, con consejos territoriales en salud, lo que diluye la responsabilidad de pago, y por ende, la efectividad de un cobro ante la mora. Es absurdo que una IPS deba contratar con una entidad, financiada con fondos locales de salud y un pago final por una entidad nacional.
Al fraccionar la contratación, codificación, auditoría y pago de servicios se pone en peligro un gran activo actual. Las EPS hoy articulan las diferentes atenciones del paciente, a través de la red de IPS y profesionales de salud contratados. Esta articulación se ha demorado años en consolidarse y en ganar confianza. Corcho quiere borrón y cuenta nueva. En mi opinión el gran problema de nuestro sistema es la velocidad de los pagos. ¿Cómo y cada cuánto se paga? Creería que las EPS están dispuestas a que, por ejemplo, un patrimonio autónomo administrado por una entidad fiduciaria (vigilada por la Superfinanciera) se encargue de pagar a las IPS.
Los grandes perjudicados de este cambio de modelo serán los pacientes que pasarían de ser atendidos en centros primarios de salud de las EPS a centros de salud públicos o equipos móviles, desechando la capacidad instalada hoy disponible. Cabe recordar que una reforma de este tipo solo puede hacerse por ley estatutaria en la medida en que estas competencias están definidas y asignadas por otra Ley, la 715 de 2001. En mi opinión, el haber trabajado en el sector un año antes de posesionarse, inhabilita a Corcho ética y moralmente. “La Doctora Muerte” tiene un abierto conflicto de interés para tener en cuenta. Hay congresistas que la van a intentar “recusar” o al menos van a señalar el conflicto. Ideal si el gobierno nombra a alguien “Ad Hoc” para el trámite en el Congreso.