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ANALISTAS 31/05/2024

La necesaria bolsa plástica

El próximo 7 de julio entra en vigencia la ley de plásticos de un solo uso, que espera restringir del todo la famosa bolsa plástica. El texto señala a este producto como el único responsable de una enorme carga ambiental que, más que en el plástico, reside en su disposición final. La falacia consiste en olvidar que una bolsa plástica se puede reciclar ciento por ciento y de manera infinita. Para su producción no se necesita agua, y en el proceso de elaboración, transporte y demás genera una huella de carbono menor que la de otros materiales que se posicionan como más ecológicos pero al hacer las cuentas realmente no lo son.

Para producir una tonelada de papel virgen, se requieren entre 2 y 3,5 toneladas de árboles, alrededor de 28 a 49 árboles. Sumado a eso se necesitan miles de litros de agua y cantidades monumentales de aceite y energía. A nivel laboral el impacto es más delicado. Prohibir las bolsas plásticas de un solo uso dejará sin sustento a cerca de 400.000 familias, en un sector que genera aproximadamente 200.000 puestos de trabajo directos actualmente, de acuerdo con cifras oficiales del Ministerio de Trabajo.

En México las recientes restricciones sobre plásticos de un solo uso han generado debates sobre los costos laborales y medioambientales. En Brasil el desafío radica en mejorar las tasas de reciclaje y la infraestructura para el manejo de residuos. En ambos casos se ha demostrado que la transición no es sencilla ni inmediata. Más de un millón de personas podrían verse perjudicadas potencialmente por recortes sectoriales. Los empresarios al final toman decisiones alineadas con sus costos.

El debate no es trivial. El problema ambiental alrededor del plástico tiene mucho que ver con su disposición final, con sus procesos de reciclaje, más que con el material mismo. Es hora de reconocer el valor de las bolsas plásticas y promover su uso responsable. A la fecha no hay un digno sucesor. Durante la pandemia nos dimos cuenta de su valor. La clave está en educar sobre un manejo adecuado. Se debe impulsar la innovación hacia alternativas sostenibles pero razonables. Es necesario estudiar y aprender de las prácticas de otros países, y avanzar en una normativa escuchando y promoviendo un acuerdo con el sector productivo para evitar un impacto que pueda ser mayor en el intento de cura que en la enfermedad.

Quedan muchas preguntas en el aire. No está claro cuántas bolsas de papel se necesitarán para llevar un mercado con frutas grandes, verduras, enlatados y líquidos pesados. No hay certeza sobre los niveles de resistencia de una bolsa de papel frente a una plástica. No hay un plan de sustitución para los potenciales desempleados que hoy trabajan en las empresas que las producen. Con varias respuestas pendientes hay demasiadas dudas teniendo en cuenta la cercanía de la fecha de inicio. Muchos de estos cambios podrían tener más forma que fondo. Nadie ha calculado el impacto económico total sobre los empleos, el ambiente y la economía circular. Y bueno, entre otros temas. No sabemos, por ejemplo, a dónde se fueron los $30, $50 o $60 del impuesto a las bolsas plásticas. El recaudo se hizo pero no sabemos en qué se ha invertido para la solución del problema. Al parecer un impuesto más a la bolsa.

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