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En los últimos días me he encontrado con directivos cansados y agobiados, una situación que me lleva a escribir esta columna. Mi preocupación proviene de ver que muchas veces la falta de tiempo se traduce en menos horas de sueño, mala alimentación y vidas muy sedentarias. Es decir, veo a muchos directivos que afectan su salud con tal de lograr los resultados que se han propuesto para su ámbito profesional. El resultado se refleja en su cansancio y abatimiento.
Vivir así es insostenible. Bill Gates dice que los dos únicos activos que tenemos en nuestra vida son el tiempo y la salud; en ese orden. Sin lo uno no tenemos lo otro. Ante este problema la obviedad de la solución salta a la vista: ¡Duerme más, come mejor y ejercítate! Pero la solución requiere atacar algunas “causas raíz” más propias del entorno empresarial.
Estar cansado puede ser algo normal cuando nos esforzamos. La clave consiste en descubrir los motivos. Me explico: Si intercambias tiempo por dinero, cualquier esfuerzo puede llegar a ser vano porque el fin de la vida no es únicamente gastar y consumir. En cambio, si tu cansancio proviene de tu entrega personal a un propósito superior, los esfuerzos tienen un fundamento más trascendente y de servicio; tu acción cobra más sentido y significado.
Frente al agobio de no llegar a todo es necesario tomar unas decisiones valiosas para construir el largo plazo, que redunda en salud bienestar futuros, y que son costosas en el corto plazo. Son unas decisiones que deben basarse en principios que debe arraigarse en la vida.
Para ello, puede ser útil tener en cuenta algunas recomendaciones e incorporarlas a la rutina. En primer lugar, vive el principio menos es más para mejor. En vez de hacer una lista larga de todo lo que tienes por hacer, enfócate en preguntarte: ¿cuál es la prioridad del día, de la semana y del mes? Así te concentras en lo que quieres lograr cada día. ¿Qué hacer con tantas cosas restantes? Debes distinguir lo superfluo de lo esencial, decidir qué cosas se hacen más adelante, eliminar, descartar, delegar y repartir más las tareas y responsabilidades.
En segundo lugar, siembra la disciplina de programar la hora fija para acostarte en la noche y levantarte al día siguiente, contemplando entre siete y ocho horas de descanso porque el sueño mejora la lucidez en el trabajo, el buen genio, la tranquilidad y, sobre todo, la salud mental. Esto implica renunciar a las plataformas de series y películas hasta la 1:00 a.m. Cabe anotar que elegir la salud implica renuncias, muchas veces dolorosas.
Por último, cuida tu salud, empezando por niveles de glucosa y subidones energéticos que luego drenan tu energía. Alimentarse bien implica comer proteínas y verduras pero, además, con calma, sin celulares a mano y menos con el computador personal al frente. La energía es el motor de tu vida, por ello es necesario buscarla en fuentes reales y saludables. Sin salud y energía viene el agotamiento y un posible burnout.
Superar el cansancio y el agobio requiere el back to basic. Lo esencial en estos tiempos radica en las cosas simples como tener un sentido del trabajo, dormir y alimentarse bien, caminar y repartir mejor las responsabilidades. Es dejar de creer que la eficacia es proporcional a tu lista de tareas, empezar a cuidar tu largo plazo y luchar contra el ego y la necesidad de querer estar en todo.