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El Dane acaba de publicar los datos sobre la incidencia de la pobreza multidimensional en 2023. Es una medida que incluye 15 variables incorporadas en 5 dimensiones: condiciones educativas, situación de la niñez y juventud, trabajo (informalidad y desempleo), acceso a salud y características de la vivienda. No incluye ninguna medida de ingreso, y por esta razón no es un indicador de las fluctuaciones de las condiciones de vida en el corto plazo. Refleja, más bien, tendencias de tipo estructural.
La pobreza se está reduciendo de manera continua desde 2010, cuando era 29,7%, hasta 2023 cuando llegó a 12,1%. Durante estos años, el número de personas en condiciones de pobreza pasó de 12,9 a 6,3 millones. Entre 2022 y 2023 salieron de la pobreza 338.000 personas.
Con excepción de 2020, la tendencia descendente se ha mantenido. Por razones de la pandemia, entre 2019 y 2020, la incidencia de la pobreza subió de 17,5% a 18,1%. La principal causa de este aumento fue la inasistencia escolar, que pasó de 2,7% de los hogares a 16,4%. En 2021, una vez que se fue superando la pandemia, la inasistencia escolar se redujo a 5,5%. Y en 2023 bajó a 2,3%. Además de los indicadores relacionados con la educación, durante los meses de covid también se deterioraron las condiciones de trabajo. Aumentó la informalidad y el desempleo de larga duración.
La tendencia decreciente de la pobreza multidimensional muestra que en el país se ha ido construyendo una institucionalidad que ha contribuido al mejoramiento de las 15 variables que componen la pobreza multidimensional. Esta dinámica se ha mantenido en el mediano plazo (2010-2023), independientemente de que en estos años se hayan presentado importantes cambios en el ritmo de la economía, y en la orientación política de los gobernantes. La pobreza disminuye independientemente de los ciclos, y este es un logro relevante de la política pública.
Pero frente a este hecho positivo, que abre las puertas al optimismo, también se presentan dos brechas que son preocupantes. La urbano/rural y la regional. En 2023 la incidencia de la pobreza rural fue de 25,1%, y la urbana de 8,3%. Esta diferencia de 16,8 puntos es inaceptable. Las condiciones de vida en el campo son considerablemente inferiores a las de las ciudades.
Y las diferencias entre regiones es escandalosa. Mientras que en 2023 la pobreza en Bogotá fue de 3,6% en la región Caribe era de 20,1%, y en la Pacífica (sin el Valle del Cauca) 19,4%. El panorama se complica si se tiene presente que al interior de cada región son evidentes las desigualdades entre las áreas urbanas y las rurales.
Las divergencias entre regiones no son justificables. Más aún, es censurable que una sola persona viva en condiciones de pobreza. Pero mientras se logra el ideal lejano de pobreza cero, por lo menos se debería presentar convergencia alrededor de la región con menor pobreza. Así que la incidencia de la pobreza multidimensional debería estar alrededor de 3,5%-4%, que es nivel alcanzado por Bogotá.
Desde el punto de vista de la política pública, las dimensiones y las variables que se incluyen en la pobreza multidimensional, permiten dirigir las decisiones de los gobiernos hacia los sectores que requieren más atención para ir reduciendo las brechas. Es posible, entonces, hacer una asignación eficiente de la inversión pública de tal forma que se reduzcan las brechas.