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El Banco de Pagos Internacionales (BPI) acaba de publicar un estudio titulado El Cisne Verde. La Banca Central y la Estabilidad Financiera en la Era del Cambio Climático. El nombre de Cisne Verde es una alegoría, que partiendo de los mismos postulados del Cisne Negro de Nassim Taleb, pone en evidencia la relevancia de la incertidumbre.
El BPI muestra que frente a fenómenos tan complejos e impredecibles como el cambio climático, los bancos centrales tienen que cambiar de manera radical su concepción del futuro, y ello los obliga a modificar su percepción de la estabilidad financiera. Este mensaje del BPI pone en tela de juicio el método de análisis de los bancos centrales, y deja sin piso la metodología de los modelos predictivos sobre los que se basan instrumentos de política, como la regla fiscal.
Siguiendo el camino del Cisne Negro, el Cisne Verde es un homenaje a la epistemología popperiana. En La Búsqueda Inacabada, Popper recuerda: “En Viena, mi maestro ebanista me mostró no solamente lo poco que yo sabía, sino que también me enseñó que la máxima sabiduría a la que podía aspirar, no era otra que la cabal comprensión de la enorme magnitud de mi ignorancia”.
El conocimiento, dice Popper, no avanza a través de afirmaciones universales, sino mediante la progresiva eliminación de errores. El principio universal “todos los cisnes son blancos”, quedó sin piso con la presencia de uno solo de los cisnes negros de Australia.
Keynes afirma de manera contundente que frente al futuro, sencillamente “no sabemos”, y acepta la distinción entre riesgo e incertidumbre, que propuso Knight en 1921. El riesgo admite funciones de probabilidad, que se pueden construir a partir de una secuencia de eventos, más o menos similares. Pero la incertidumbre no admite ningún cálculo probabilístico porque se trata de un fenómeno único.
El Cisne Negro de Taleb es un evento absolutamente impredecible, y que tiene consecuencias relevantes. El Cisne Verde del BPI, relacionado con el cambio climático, tendrá efectos inciertos, imposibles de predecir en sus particularidades. Los eventos que está causando el calentamiento global, y el crecimiento basado en emisiones de carbono crean condiciones propicias para la llegada de cisnes verdes, que tendrán efectos inciertos en todos los ámbitos de la actividad humana.
Piensa el BPI que las variaciones climáticas incidirán tanto en la oferta, como en la demanda agregadas, y por esta vía llevarán a replantear de manera significativa el “mandato que tienen los bancos centrales relacionado con la estabilidad de precios”.
El BPI llama a una transformación radical de la concepción de la política monetaria, y le pide a los banqueros centrales, que no pretendan examinar, expost, fenómenos inciertos como el coronavirus, con la racionalidad propia de la lógica lineal.
De manera equivocada, los ministros de hacienda y los banqueros centrales, se sienten impedidos para decir de manera sencilla y contundente: “no sé”. Nuestro ordenamiento institucional los ha obligados a que, como los gurús, prevean el futuro. Aunque no es posible saber en qué momento preciso llegarán los cisnes negros y verdes, si sabemos que vendrán. Y, entonces, tenemos que organizar las instituciones para reducir la vulnerabilidad. En este proceso tienen que participar, de manera activa, bancos centrales y gobiernos, y el primer paso es desechar instrumentos tan torpes como la regla fiscal.