MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Estos días se cumplieron 40 años del paro cívico del 14 de septiembre de 1977. La protesta contra el gobierno de Alfonso López (1974-1978) fue interpretada por algunos grupos de izquierda como un momento pre-insurreccional. Sin ir tan lejos, el paro sí tuvo un impacto significativo. En esta alianza de los sindicatos, de los movimientos sociales, de la izquierda y del partido conservador, se cuestionaron los logros del “mandato claro”. Agobiados por el alto costo de vida, los manifestantes expresaron su rechazo a lo que llamaron el “mandato caro”.
Había razones claras para protestar y hoy, con una mirada de largo plazo, se puede concluir que el paro fue exitoso. En los años inmediatamente anteriores al paro la inflación había aumentado de manera significativa. Entre 1961 y 1972 fue, promedio anual, de 9%. Entre 1973 y 1976 la inflación llegó a 22% anual. Este considerable aumento de los precios se reflejó en una pérdida de la capacidad de compra de la población colombiana: entre 1970 y 1976 el salario real se redujo en 4%. En estas circunstancias es comprensible que hubiera descontento. Después del paro, entre 1978 y 1983, el salario real creció 9%.
Este resultado favorable para los trabajadores, también lo fue para el conjunto de la economía. En 1976 la tasa de desempleo era de 12%, y se fue reduciendo de manera progresiva, pasando de 10,5% en 1978 a 5,2% en 1985. Esta dinámica positiva comenzó con un crecimiento del PIB real de 7% en 1978. Es decir, el aumento del salario real estuvo acompañado de un crecimiento del PIB y de una reducción del desempleo.
Estas relaciones son interesantes porque van en contra de postulados que se suponen inquebrantables. Usualmente se afirma que los mayores salarios se reflejan en un crecimiento del desempleo. Este supuesto está muy marcado por la visión de corto plazo del empresario. Keynes nunca estuvo de acuerdo con esta lógica. Para él, como años antes para Henry Ford, el aumento de los salarios se traduce en una mayor capacidad de compra de los trabajadores, en un aumento de la demanda y, por tanto, en un mayor empleo. Y esta dinámica implica una mayor ganancia para el empresario. En 1914, cuando el salario hora era de US$2 diarios, la Ford Motor Company comenzó a pagar US$5 diarios. En palabras de Ford: “Queríamos pagar estos salarios para que la empresa estuviera asentada sobre unos cimientos duraderos. Estábamos construyendo para el futuro. Una empresa que pague unos salarios bajos siempre es insegura... El pago de US$5 al día por una jornada de ocho horas ha sido una de las mejores medidas que hemos tomado nunca para reducir costes”.
El aumento del salario que tuvo lugar después del paro de 1977 tuvo tres consecuencias positivas. Primero, mostró que los movimientos sociales son un elemento constitutivo de las dinámicas económicas y políticas. Segundo, la capacidad de pago de los trabajadores mejoró gracias a negociación obligada por el paro. Tercero, los mayores salarios beneficiaron al conjunto de la economía, ya que el desempleo disminuyó y el PIB aumentó.
Si el proceso de paz se consolida, la protesta social está llamada a jugar un papel determinante en la construcción de un país más incluyente. En lugar de rechazarla a-priori, es necesario tratar de entender los motivos de sus reivindicaciones.