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Analistas 30/01/2014

Messi: hacedor de cisnes negros

Jorge Iván González
Profesor de U. Nacional y Externado
La República Más
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En la entrega del Balón de Oro, Leonel Messi lució un vestido rojo diseñado por Dolce & Gabbana. Por usar este traje durante las tres horas de la ceremonia, el futbolista recibió un millón de euros. Esta cifra es desproporcionada frente a los ingresos relativamente modestos que recibe la mayoría de la población. Piénsese, por ejemplo, en el salario promedio de un profesor de la Universidad Nacional, que es de $5 millones mensuales. Aplicándole una carga prestacional de 1,5, el docente ganaría cada año, unos $90 millones. Si el profesor cumple de manera juiciosa con los gajes de su oficio (preparación de clases, escritura de artículos, discusiones con pares, publicación de libros, atención a estudiantes, preparación de ponencias para seminarios, etc.), necesitaría 20 años para ganarse $1.800 millones, un monto que todavía es inferior al que recibió Messi de Dolce & Gabbana. Y como si fuera poco, a su compañera también le pagaron por exhibir otro de los trajes de la colección.

Sin duda, Messi es talentoso jugando fútbol, pero tiene muy poca gracia cuando sonríe embutido en un vestido rojo. A pesar de su mal gusto, y de no estar en una cancha metiendo goles, lo premiaron con un millón de euros por cumplir una sola tarea: asistir de manera pasiva, y sentado en una butaca, a una gala de premiación. Si la remuneración al trabajo depende de las capacidades y de la productividad marginal, como se dice en los libros de texto de economía, no habría ninguna razón para que 20 años de ejercicio de la docencia y la investigación tenga una remuneración inferior a la que se le reconoce a un futbolista por permanecer sentado vestido de rojo. Esta brecha escandalosa sería, en el lenguaje de Rawls, un síntoma de que la sociedad no está bien ordenada.

El excelente libro de Taleb, El Cisne Negro [Taleb Nassim., 2007. The Black Swan. The Impact of the Highly Improbable, Ramdon House, New York], ofrece pistas que ayudan a entender las profundas desigualdades del mundo contemporáneo. El título del libro es un homenaje a Popper, y una reivindicación de su principio de falsabilidad. Una teoría nunca puede ser verificada, así que se continúa aceptando mientras no se pueda falsear. Antes de que se descubrieran cisnes negros en Australia, se creía de manera equivocada que “todos los cisnes son blancos”. En el lenguaje de Taleb, el cisne negro es un hecho impredecible, que escapa a cualquier cálculo probabilístico, y que es absolutamente incierto. Los ataques del 11 de septiembre son un buen ejemplo de cisne negro. Mientras que Bush se preparaba para responder a los misiles que podrían venir de la antigua Unión Soviética, los atacantes tuvieron la osadía impensable de convertir unos aviones comerciales en misiles.

Las potencialidades de que haya cisnes negros se acentúan cuando algunas personas excepcionales, como Messi, se sitúan en los extremos de la distribución. Los procesos endógenos que estos seres desarrollan tienen resultados que son impredecibles. Junto a Messi, otros más ricos que él, como Soros o Warren Buffett, llegan a los mercados financieros rompiendo todos los postulados de aversión al riesgo, sobre los que se construyen los modelos convencionales. En el mundo bursátil un profesor universitario es adverso al riesgo, pero inversionistas como Messi, Soros o Buffet no lo son. Y como dice Taleb, estos individuos son los que generan caos en los mercados bursátiles. ¡Arriesgan mucho porque tienen demasiado!

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