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Analistas 11/10/2024

Nominalismo

Jorge Iván González
Profesor de U. Nacional y Externado

En sus apreciaciones sobre el presupuesto por programa, el Presupuesto General de la Nación 2025 es profundamente nominalista, y termina desvirtuando los alcances de este instrumento.

“La rosa de antaño solamente existe en su nombre; poseemos nombres desnudos”. Esta frase del “Nombre de la Rosa”, la excelente novela de Umberto Eco, resume bien el significado del nominalismo: la negación de la existencia de universales. William de Ockham consideraba que únicamente tienen valor los individuos particulares, y que las categorías universales son conceptos vacíos.

Esta referencia al nominalismo es pertinente porque Hacienda propone un enfoque nominalista del presupuesto por programa que termina aniquilando sus bondades. En el documento anexo al Presupuesto se menciona el artículo 364 de la ley 2294 de 2022, mediante la cual se aprobó el Plan de Desarrollo. Este artículo obliga a modificar de manera sustantiva la forma como se elabora el presupuesto.

Tal y como se conoce a nivel internacional, el presupuesto por programa busca que el gobierno defina pocos programas estratégicos, alrededor de los cuales se articula la mayor parte del gasto de funcionamiento y de inversión. Estos programas permiten que haya confluencia de recursos entre los gobiernos nacional y local, además elimina la anualidad y termina con la separación artificial entre funcionamiento e inversión.

De acuerdo con el espíritu del artículo 364, un programa podría ser, por ejemplo, la modernización de todas las plantas de tratamiento de aguas residuales, de tal forma que en adelante no se vuelva a contaminar un solo río. Otro programa sería el fortalecimiento de la economía circular, o la adecuación física de todos los colegios rurales, o la conservación de la biodiversidad pacífica. Un país que efectivamente aplique la metodología debería expresar todo su presupuesto en 15 o 20 programas estratégicos.

La categoría universal del presupuesto por programa apunta en esta dirección, y el mecanismo no es concebible por fuera de una visión estratégica con un horizonte de mediano plazo. Este principio básico es negado por el Presupuesto de 2025, que no entiende el presupuesto por programa en su complejidad, y de manera simplista opta, como diría Ockham, por un extenso listado de pequeños individuos particulares. En 87 páginas, de la 80 a la 167, se mencionan múltiples programas, que son ridículos frente al significado conceptual del presupuesto por programa.

Basta con mencionar algunos de ellos: “3 kilómetros de vía urbana mejorada”, “12 servicios de gestión documental”, “2 servicios de acondicionamiento de ambientes de aprendizaje”, “2 nuevas calzadas construidas en vías secundaria”, etc. Tales acciones se presentan por sectores sin que estén enmarcadas en un programa que efectivamente merezca tal nombre. Esta pésima interpretación del presupuesto por programa lleva, de hecho, a aceptar la fragmentación actual, sin que haya ninguna modificación.
Esta dispersión sectorial es la negación rotunda del presupuesto por programa.

Es una falsificación nominalista que no responde al propósito del artículo 364. Este listado de un sinnúmero de tareas menosprecia los cambios radicales que se deben realizar en la actual estructura del presupuesto, de tal forma que en el futuro en el país se comience a aplicar el presupuesto por programa, más allá de todo nominalismo, y de acuerdo con los criterios definidos y valorados en la literatura especializada.

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