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En las Bases del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022 (BPND), “Pacto por Colombia, Pacto por la Equidad” se proponen una serie de “pactos transversales” que buscan conjugar las oportunidades para la “inclusión social”, y para la “inclusión productiva”. Es importante avanzar en ambas dimensiones porque los logros alcanzados por el lado social se pueden perder si no están acompañados de una política económica que estimule la inclusión productiva.
En Colombia se han presentado avances importantes en el frente social, pero los rezagos en las áreas productivas son notables. En gran parte, porque durante los últimos años se debilitaron la industria y la agricultura. La enfermedad holandesa causada por las bonanzas del petróleo y los minerales, impidió aprovechar mejor los excedentes. Es inaceptable que durante los años de las bonanzas se haya ampliado el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos.
En las BPND se acierta al llamar la atención sobre la importancia de la inclusión productiva. Allí se mencionan algunas estrategias, destacando la importancia de la productividad agropecuaria, pero no se presenta una discusión general sobre los errores de la política económica que han impedido la inclusión productiva.
En el documento se muestra que los avances que se han conseguido en las áreas sociales se pueden perder si no se lucha contra la desigualdad, y si la matriz productiva no se modifica para que sea compatible con un desarrollo ambientalmente sostenible. Se espera que en los próximos 4 años el Gini baje de 0,508 a 0,47. Este es el Gini de las encuestas hogares, que se refiere, sobre todo, a los ingresos laborales. En las BPND no se mencionan otros Gini que son fundamentales, como los de la concentración de la tierra y la riqueza. El primero es de 0,93, de acuerdo con los datos del Censo Nacional Agropecuario de 2014. La disminución del Gini que se propone es importante pero insuficiente. Tal y como avanza la discusión de la reforma tributaria en el Congreso, es muy probable que no se alcance progresividad necesaria para reducir alguno de los Gini.
La parte más interesante de las BPND está al final. Es la sección XV: “Pacto por la Descentralización: Conectar Territorios, Gobiernos y Poblaciones”. Este tema debería ser el articulador de todo el Plan, ya que toca el principal reto de la sociedad colombiana: el ordenamiento del territorio de tal forma que genere convergencia entre las regiones. Buscando “que nadie se quede atrás”, las BPND pone en evidencia la continuidad campo-ciudad, y muestra la relevancia que tiene la funcionalidad territorial, y las interdependencias municipales. La política de desarrollo territorial “debe buscar la integración subregional para aprovechar esa funcionalidad”. Las ciudades intermedias son “dinamizadoras del desarrollo territorial y rural”. Se reconoce la pertinencia de los análisis del Sistema de Ciudades pero se propone ir más lejos, explicitando las jerarquías funcionales y las externalidades derivadas de las economías de aglomeración. Es una lástima que un asunto tan neurálgico no se constituya en el eje del documento. Sin duda, en la lógica de las BPND, el rescate de los “nodos de desarrollo” evitaría el daño que le han hecho a la producción nacional, y a la inclusión productiva, las economías de enclave de las zonas que han vivido las bonanzas.