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No ha sido suficientemente claro el ministro Carrasquilla cuando afirma que se debe crear un Sisbén para los ricos. El Sisbén, o Sistema de Selección de Beneficiarios para Programas Sociales, hace un ordenamiento cardinal de las familias de acuerdo con sus condiciones de vida. El Sisbén permite realizar comparaciones interpersonales, y como es una escala continua, el hacedor de política puede determinar diferentes líneas de corte, dependiendo de las características y de los alcances del programa social.
Para la población colombiana, y sobre todo para las personas más pobres, el Sisbén lleva a imaginarios relacionados con el apoyo y la solidaridad pública.
Claramente Carrasquilla no está pensando en beneficiar más a los ricos porque, como él lo reconoce, ya reciben suficientes gabelas, que no las han obtenido a través del Sisbén sino de numerosos mecanismos de captura del Estado. Y al final, con exenciones y subsidios, como los de Agro Ingreso Seguro, los ricos terminan apropiándose de una parte considerable de los recursos públicos. La Comisión de Gasto llama la atención sobre la inconveniencia de varios de estos subsidios.
Cuando Carrasquilla clama por un Sisbén para los ricos quizás está pensando en la necesidad de ordenarlos en una escala continua, en función de sus ingresos y de su riqueza. Y esta escala es relativamente sencilla de hacer porque los ricos son muy pocos. Gracias a esta jerarquización el Estado podría establecer líneas de corte y definir rangos de tarifas impositivas con sentido progresivo. El Sisbén para los ricos incluiría a quienes están en el nivel superior de la riqueza. Y podría definirse diversos cortes: el uno por ciento, el uno por mil, el uno por diez mil, el uno por cien mil, o el uno por millón.
Obviamente sobre estas personas privilegiadas debería caer el gran peso de la tributación. Si como muestra Juliana Londoño, el uno por ciento de los colombianos más ricos tiene el 44% de la riqueza, a partir de allí se tendría que concentrar el gran peso del impuesto a la renta.
Para tranquilidad de Carrasquilla, no es necesario montar un aparato complejo como el Sisbén. Basta con observar las declaraciones de renta. La Dian podría informar y establecer las escalas. Además, sería interesante que de ahora en adelante cada año la Dian publicara el Gini de concentración de la riqueza. Por otra lado, con la ayuda de la Bolsa de Colombia, es posible precisar quiénes son los propietarios de las acciones.
Con el soporte del Igac, se pueden conocer los detalles de la concentración escandalosa de la tierra. De acuerdo con el Censo Agropecuario, el Gini en términos de la unidad de producción agropecuaria (UPA) es de 0,93. Además, los bancos en Colombia y en el mundo - incluidos los de Panamá - llevan el registro minucioso del movimiento de cada una de las cuentas. Las grandes propiedades urbanas se pueden conocer a través de los datos catastrales de las ciudades.
En síntesis, en el país existen todos los insumos necesarios para precisar los ingresos y la riqueza de quienes están en las escalas superiores de la distribución. Basta con ordenar y jerarquizar las fortunas unificando los datos administrativos disponibles. Pero como Carrasquilla sabe que la articulación de esta información es explosiva desde el punto de vista político, opta por sembrar la confusión a través de la entelequia del Sisbén para los ricos.