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Una de las principales preocupaciones que arrastra la posible llegada del Fenómeno de El Niño, radica en el fuerte impacto que podría causar sobre el sector eléctrico del país. Ante un evento climático agresivo, como el que se alerta para este año, el panorama es de alta incertidumbre e inquietud por los riesgos que acarrea para la seguridad y confiabilidad del suministro, además de los aumentos en los precios de las tarifas de energía.
Todo parece indicar que en los próximos meses, tendremos alteraciones climáticas con fuertes sequías. De acuerdo con el Servicio Meteorológico de Estados Unidos (NWS, por sus siglas en inglés), hay 62% de probabilidades de que este fenómeno se desarrolle entre mayo y julio de este año. Por su parte, el Ideam, afirma que hay más de 70% de probabilidad de que el fenómeno en Colombia inicie a finales de junio. Con El Niño asomándose, reviven las dudas acerca de la capacidad que tiene el sistema de atender, de manera eficiente, la demanda energética del país.
Si bien el gobierno ha descartado la posibilidad de que se pueda presentar un racionamiento energético, no podemos estar tranquilos ante las alertas mundiales del retorno de un Niño, con eventos meteorológicos extremos, no registrado anteriormente. En un nuevo evento climático, veremos si el billonario cargo por confiabilidad que pagamos los colombianos, verdaderamente cumple la función para la que fue creado, consistente en garantizar que el sistema eléctrico tenga disponibilidad de energía en temporada de escasez hídrica.
En el último fenómeno de El Niño que vivimos en 2015 - 2016, el sector eléctrico se vio enfrentado a múltiples retos, que dejaron en evidencia la necesidad de diversificar la matriz energética con fuentes renovables. Aunque hemos avanzado en ese sentido, los retrasos que están presentando los proyectos en La Guajira, y la entrada en operación, a media marcha, de Hidroituango, nos siguen manteniendo vulnerables frente a la sequía.
Ante una dramática y prolongada disminución en los niveles de los embalses del país, el temor de un apagón aumenta. Los devastadores efectos que tendría sobre la actividad productiva nacional y la pérdida de la confiabilidad en el sector eléctrico, nos dejaría expuestos a un aumento significativo en las facturas de energía, que actualmente se encuentran por las nubes con un registro en bolsa que roza los $900 por kilovatio hora (KW/h).
La mejor manera de prepararnos para enfrentar una eventual llegada de El Niño es destrabar la mayor parte de los proyectos renovables que se encuentran bloqueados en La Guajira y acelerar la entrada de Hidroituango al sistema. De acuerdo con la Asociación de Energías Renovables (SER Colombia), el sector tiene en programación 80 iniciativas agendadas para entregar electricidad entre 2023 y 2024, de las cuales 65% tiene trámites pendientes ante diferentes entidades del Estado. Si logran avanzar estas iniciativas, para finales de 2023 entrarían en operación cerca de 1.280 MW, traduciéndose en un gran alivio para el sistema. Urge coordinación entre el sector y el Gobierno para alejar, cuanto antes, al fantasma del apagón.