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Uno de los mayores desafíos a los que se enfrentan los países que han asumido la carrera contrarreloj hacia la carbono neutralidad, es el trasladar este compromiso a cada uno de los sectores, en especial, a sus ciudadanos. Sin duda alguna, los cambios significativos que se requieren para mitigar los efectos negativos del dióxido de carbono (CO2) exigen el esfuerzo y la plena conciencia de todos.
Con la sanción de la Ley 2099 de 2021 ‘Transición Energética’ en la que incluimos, entre otros, nuevos incentivos para la utilización del hidrógeno verde y la energía geotérmica, logramos encender los motores de la construcción de una matriz más limpia, que en los próximos años, nos permitirá la eliminación gradual del uso de los combustibles fósiles, principal causante del efecto invernadero.
Esta normativa marcó el inicio de una nueva era de desarrollo sostenible en el país, con la que a través de la adopción de nuevas fuentes de generación de energía renovable no convencional, la eficiencia energética y la movilidad sostenible, lograremos, de una forma más eficaz, mitigar los efectos del calentamiento global y reducir las emisiones de gases contaminantes. Sin embargo, es imperativo seguir ajustando a la carbono neutralidad los procesos que realizan las personas y cada uno de los sectores productivos, para que se capture, evite, disminuya y compensen todas las emisiones.
La reciente actualización de la meta de reducción de emisiones de CO2 en 2030, que este año pasó de 31% a 51%, requiere que se multipliquen las acciones desarrolladas hasta ahora.
Hay que reconocer que el llamado realizado por el Gobierno Nacional para la gestión del cambio climático ha encontrado un importante respaldo en el sector minero-energético, que fue el primero en convocar una alianza para alcanzar la carbono neutralidad.
Este propósito, que poco a poco ha sido asumido por cientos de empresas del país, que dentro de sus políticas de gestión ambiental han incluido diversas acciones en movilidad sostenible, transición energética, compensaciones con soluciones basadas en la naturaleza, gestión eficiente de los recursos, innovación tecnológica baja en carbono, optimización de procesos, sustitución de materias primas de menor impacto ambiental, entre otras, debe ser amplificado a todos los sectores y gremios, especialmente el de transporte.
El reto es que los planes que el Gobierno ha trazado con el Programa Nacional de Carbono Neutralidad, Sina Carbono Neutral y Mi Huella de Carbono, se incorporen en cada uno de los procesos productivos que se realizan en el país y que permanezcan en el tiempo.
Para encaminarnos todos en esta línea, es determinante la creación de la ley de acción climática, que será presentada al Congreso en los próximos días, cuyo propósito principal será incorporar el compromiso de las Contribución Nacionalmente Determinada (NDC) y de la carbono neutralidad. Replantear el modelo actual y adquirir conciencia es el primer paso para despertar una actitud responsable sobre el impacto que está causando nuestra huella de carbono en el medio ambiente.
La adopción de políticas, conductas y tecnologías bajas en carbono debe convocarse a todo nivel; individual, empresarial, social y gubernamental, nadie puede quedarse al margen, cada persona juega papel importante en la atención de la crisis climática, que no da espera.