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A inicio del año escribí en unas de mis columnas publicadas en este espacio editorial, acerca de la urgencia de empezar a trazar una ruta para la introducción del hidrógeno en la matriz energética nacional. Hoy, 10 meses después con un escenario prometedor para el sector, podemos decir; sin ignorar los grandes retos que supone la transición energética y la descarbonización, que el país avanza con paso firme en la construcción de un futuro energético limpio, seguro y sostenible.
Entre los progresos que se han dado este año están la creación de la Ley 2099 de 2021, en la que incluimos al hidrógeno verde y azul, el primero como una Fuente No Convencional de Energía Renovable (Fncer) y el segundo como Fuente No Convencional de Energía (Fnce), para así impulsar su despliegue como vector energético sostenible. La definición del Plan Energético Nacional 2020-2050, para la modernización y transformación del sector, engrana propuestas en el corto y mediano plazo, que también serán claves en la incorporación del hidrógeno, sus nuevos agentes, tecnologías y esquemas transaccionales.
Asimismo, la Hoja de Ruta del Hidrógeno en Colombia, lanzada recientemente por el Gobierno Nacional, se convierte en una importante ficha en el gran rompecabezas de la transformación energética, que se está armando en el país. No solo marca de manera clara, el camino durante los próximos 30 años para el desarrollo, la generación y el uso de este energético, sino que también se sintoniza con la línea que ya están siguiendo más de 30 países en el mundo que le apuestan al hidrógeno para contribuir en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y la diversificación de su oferta energética.
Esta guía, que contó con la asesoría de la firma de consultoría I-Deals y la financiación del Banco Interamericano de Desarrollo, además de definir las metas de producción local, proyecta inversiones de cerca de 2,5 a US$5.000 millones a 2030, y de 7.000 a 15.000 empleos. La puesta en marcha, para el próximo año, de por lo menos tres proyectos pilotos abocados al hidrógeno, uno vinculado a la refinación de combustibles de Ecopetrol y otros dos en materia de transporte, es una muy buena señal para este sector que impulsará nuevas cadenas de valor en la economía nacional.
Las perspectivas de desarrollo en Colombia y su potencial para uso doméstico, industrial y de exportación, han elevado su valor en el mercado, alimentando ese sueño de convertir al país en un referente en la economía global del hidrógeno. El interés manifestado por varias empresas alrededor de este combustible, los acuerdos internacionales que se han firmado para generar sinergias en la defensa del sector, así como las inversiones que se proyectan en el corto plazo, marcan un buen inicio para esta innovadora industria en el país.
Tenemos todo para competir en los mercados internacionales del hidrógeno de bajas emisiones. Alcanzar este propósito sólo será posible a través del trabajo conjunto entre el sector productivo, público y privado, y la cooperación internacional. Desde el Congreso estamos comprometidos en seguir construyendo la normativa necesaria para implementar este plan de despliegue del hidrógeno en Colombia, que nos conducirá tanto a la transformación energética, como al cumplimiento de los compromisos de carbono neutralidad.